viernes, 1 de noviembre de 2013


1 de noviembre de 2013. Viernes.

SIN MARTIRIO SONADO

Corazón, en el jardín. F: FotVi

-Hoy, en la eucaristía, he hablado de la santidad, no de la «marcada», como se la llama en el Apocalipsis (santidad de altar y patronazgo, de celebración y cohetería), sino la santidad de la «muchedumbre inmensa, que nadie podría contar». Los santos se dividen en dos órdenes: «marcados» y «muchedumbre».
Los marcados son los santos que, sacados de su humildad, son reconocidos como tales, se les da fama y honor; mientras que los santos muchedumbre, son los anónimos de «toda nación, raza, pueblo o lengua», y que «de pie», y «vestidos con vestiduras blancas», están «delante del trono y del Cordero». Éstos son los que han vivido las bienaventuranzas y lo han hecho desde la discreción y el silencio y la sencillez de la no apariencia.
La pobreza no se dice, se está en ella y se vive, como el llanto o el sufrimiento, o la misericordia. Nadie va por la calle enseñando sus escaseces o sus lágrimas, o sus heridas. O su piedad por el prójimo. La justicia tal vez, sí; pero después de ser asumida y ejercitada en uno mismo; entonces se puede gritar pidiendo que se haga justicia, pero no antes.
Tener hambre y sed de justicia es un modo de hacer realidad en el mundo el mandamiento nuevo: el del amor a toda costa y contra corriente; la contracorriente, por ejemplo, de la cruz. Hoy hemos celebrado la santidad de la mano que pone una venda, o toca la frente con fiebre, o se abaja a ayudar a levantarse al caído. Hemos celebrado a quien pone sus lágrimas junto a las lágrimas del que llora o se priva de beber un trago de agua para ofrecerla al sediento; la santidad del que pide, para dar al que no tiene.
Hoy ha sido el día de los mártires sin martirio sonado; de los que gastan sus pies visitando al enfermo, o dan la vida por el prójimo, sea éste o aquél, incluso el hijo pródigo.
Te puedo decir, Diario, que es hermoso celebrar la santidad del día a día, la doméstica, la que se hace tras el velo de la humildad y que, sin llamar la atención, logra que la vida sea más bella, y con más luz, y que es muchedumbre (19:19:20).

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