miércoles, 13 de noviembre de 2013


 
13 de noviembre de 2013. Miércoles.
DE CABALLOS, COLORES Y JINETES
Luna roja, en Torre de la Horadada. F: FotVi
 
-Eran cuatro los caballos del Apocalipsis, tantos como las miserias de la humanidad; y cuatro, los colores que los hacían mito y visión, símbolo. El color, a veces, dice más que la acción o la personalidad de quien realiza esa acción. «Y miré -dice el libro-, y he aquí un caballo blanco». El color del caballo definía al jinete, que en todo caso, portaba una flecha, emblema del conquistador. En esta ocasión, sin embargo, y aunque parezca terrible, lo conquistado no fue el bien, sino el mal, y el guerrero que lograba tal hazaña, era el Anticristo, o el embaucador.
Sólo que el Anticristo (es profecía, y las profecías, cuando lo son, están para cumplirse) durará hasta que vuelva el Cristo, el real, y restablezca el bien y la verdad, y sobre el caballo blanco cabalguen entonces la justicia y la paz, y el clamor de lo nuevo y lo que salva, y no la banalidad de la conquista, que siempre es ocupación indebida, pillaje.
Luego aparecieron dos caballos más, uno rojo y otro negro; el jinete del primero llevaba una «gran espada» y venía a «quitar las paz de la tierra», lográndolo a base de grandes guerras y locuras imperiales, y torpes totalitarismos. Y el del segundo, el negro, que, con cálculos y balanzas, anunciaba el hambre, la que no cesa en lugares como África o Asia.
Es decir, caballos y colores, y jinetes. Y una pregunta: ¿quién domina a quién? Parece que el color prevalece sobre el caballo, y éste y el color, sobre el jinete. O sea, lo irracional se impone a lo razonable, y lo mecánico y la simple energía vibratoria (los colores), al alma. Y esto, en la profecía, resulta demoledor. De modo, que al final, y como diría el poeta, todo va a ser del color del cristal con que se miren las cosas y sus aledaños.
Hago esta consideración por lo que se ha dicho en la Conferencia Política, recién acabada, de un tal partido llamado progresista; se ha dicho que ha terminado por «volver», y yo, que no estoy en el secreto, me he preguntado que de dónde. ¿De dónde puede volver alguien que no se ha ido? A no ser, con perdón, que haya vuelto de la Inopia, ese lugar donde todo es carencia, falta. Y es más, han dicho que vuelven «más rojos»; es decir, ¿más guerreros, con la gran espada desenvainada y dispuestos a liquidar la paz de la tierra? ¿La raquítica paz que nos queda?
Diario, ¿y si en la tal Conferencia Política no hubieran dicho lo que han dicho, y sólo se tratara de un mal sueño con final feliz? A ver… (19:22:53).
 

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