domingo, 15 de diciembre de 2013


15 de diciembre de 2013. Domingo.

FLOR DE NARCISO
 
Estallido, en el jardín. F: FotVi
 
-Leo a Isaías (el poeta que hacía profecía), que me invita a la alegría sin cortapisas. Alegría de carcajada, de globo que explota, de ola que rompe en espumas. Isías habla de desiertos y páramos, o de sociedades inhóspitas y yermas, erráticas, sin más horizonte que la selva y sus peligros. Es decir, Madrid (el mundo) es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas), dijo el poeta, en una noche de insomnio. El poeta Dámaso Alonso profetizó la desertización (putrefacción) del espíritu de Europa y del mundo, y aun de su propio espíritu: y paso largas horas -decía- preguntándole a Dios, / preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma, / porqué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, / por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Preguntas que hallan respuesta en otro poeta, Isaías: El desierto y el sequedal se alegren, / regocíjese la estepa y florezca como flor; / estalle en flor y se regocije / hasta lanzar gritos de júbilo. Y por qué esta alegría, este estallar la flor: Se verá la gloria del Señor, / la belleza de nuestro Dios, exulta el profeta. Ante el pesimismo de un poeta que esgrime dudas, Alonso; la de otro, Isaías, que vive en la esperanza: Se verá la gloria del Señor.
            Es lo que se vive en este tiempo en la liturgia: adviento, o tiempo de espera, pero espera confiada. Se alían, pues, la fe y la esperanza; la fe que dice: vendrá; y la esperanza que aguarda y desea que sea pronto, que no se alargue la tardanza. Es la expectación de la madre ante la llegada del hijo que lleva en su vientre. Tiene fe en que llegará; confiando, además, que llegue bien y a su tiempo. Esta mañana, en San Blas, he tenido esta sensación: aunque está, me he dicho, Dios llega y lo hace con la alegría del desierto que florece como flor de narciso. Tal es así, que la antífona de entrada o acceso a la liturgia dice, con San Pablo: Estad siempre alegres en el Señor; e insiste: os lo repito: estad alegres. ¿Y por qué, Diario, tal estado de euforia? Con el profeta, añade: El Señor está cerca; es decir, a punto de ser tenido al alcance de la mirada y del tacto, a punto de poder decirle y que nos diga, de poder amarle y, como volcán o incendio, notar su amor (19:39:36).

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