viernes, 29 de agosto de 2014


28 de agosto de 2014. Jueves.
HASTA MÁS VER
 
Humilde claridad dorada, en el jardín. F: FotVi
 
-Toda despedida es dolorosa y más si se hace sin pañuelo que flamee al viento y desde una plataforma virtual. Por un tiempo, me despido en mi Web oficial y en El bosque apócrifo de Mi Diario, del que vengo ocupándome, en internet, desde el año 2008, todos los días, con la fidelidad, salvo en tiempos de viaje o fuerza mayor, de los equinoccios o los solsticios; es decir, siempre. Mi Diario, o ese blog desde el que salto, tanto en mi Web como en El bosque, del G+ al Facebook, esos mundos de correrías cibernéticas, de acrobacias técnicas, que hacen que lo se escribe vaya bastante más allá del libro y de uno mismo y que salte por los espacios siderales y se haga universal, ensanchando así las culturas y el modo de acceder a ellas: o, si se quiere, en la reducida pantalla de un ordenador, la Biblioteca universal y latente de Borges, la de Babel, con sus veinte anaqueles e infinitas galerías hexagonales, llena de tomos enigmáticos y de libros impenetrables. Sin embargo, este milagro del mundo y sus palpitaciones en internet, a la vez que asombra, asusta. Y asusta precisamente por ser milagro y por abarcar tanto; los milagros primero extreman la abertura de los ojos, sus rendijas luminosas, extasían, oiga, los abren como platos, para luego caer en el susto y el pánico, en los miedos que da el poder. Siete años, pues, alimentando, lactando, mimando Mi Diario, diciéndole lo que sentía, mis pensamientos, mis dudas, mis afirmaciones, lo que creía creer (mi fe en Dios, en la Bienaventuranza y buena noticia del Evangelio, en Jesús de Nazaret, en la persona humana aún salvable, en la Tierra como hallazgo maternal, en la luz, en la oscuridad para sentir más la claridad…), lo que me disgustaba (nunca mis fobias: no creo tenerlas), mis lecturas, todo aquello que ha ido conformando lo que soy; como digo en mi Web: soy, ante todo, «persona», nada menos, o «un ser libre entre otros muchos seres libres en abierta complicidad con ellos por vivir y dejar vivir», y todo desde el don que se me ha dado, el don de ser sacerdote y la conciencia de habérseme dicho: ama y crea, que es en lo que estoy y lo que he intentado hacer siempre, a cada instante, con mejor o peor resultado, pero siempre con la intención del corredor; o sea: llegar a la meta, aunque sea el primero; o, no. Diario, decirte a ti y a mis lectores (13.563 hasta este momento, ¿muchos, pocos?; pero en todo caso, 13.563) que me voy; me voy, pero, si Dios y la Virgen Santísima quieren (enseñanza puntual de mi madre, que nunca olvido, es como un seguro de esperanza), para volver. Me voy para volver; ah, y volveré cualquier día, y sin avisar; eso, sí, de un modo intermitente y libre, no obligado, estad atentos. Pues, hasta más ver, Mi Diario, mis Lectores, y que la belleza y la verdad (y no el miedo y lo oscuro), nos acompañen siempre (19:53:57).

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