jueves, 7 de agosto de 2014


7 de agosto de 2014. Jueves.
CELEBRACIÓN AGITADA
 
Felicitación a la familia, en el jardín. F: FotVi
 
-Un servidor, habitante solitario durante todo el año de un espacio en la Torre de la Horadada, un espacio entre el Pueblo Latino y la autopista A7, he vivido estos días en la celebración agitada de lo familiar. La familia más directa de un servidor es corta, con la brevedad de sus cincos miembros, por lo que la elevo, sin exagerar, a la categoría de piedra preciosa única. Somos cinco de familia, como las vocales; vocales con las que se forman todas las palabras y sin las que sería imposible saludar o decir amor, o sencillamente gracia. Somos cinco vocales, pero, de entre todas, sobresale una, constante e influyente, y abierta, que es la A, o Candela. Es la A del vocabulario familiar que llena todo nuestro Diccionario de bullicio y de vida, la que de la A, a la Z, es ala y es zafiro, y mar y ave, y todo el caudal de su río de letras que dice cosas e inventa historias, y que hace las palabras y las dice, y las representa. Con el padre de Candela, sin embargo, ya no somos cinco vocales, sino seis; o sea: cinco minúsculas y una mayúscula: la I de Isra. Pero, aunque seamos seis, todavía formamos una familia corta, por lo que no es difícil caber todos en el corazón de cada uno. Nos apretamos un poco, y ahí estamos todos, en cada corazón, casi latiendo al unísono, y dándonos aliento el uno al otro, o un boca a boca fantástico. Durante una semana, pues, he dejado de ser habitante solitario y me he convertido en ermitaño con familia, afortunado. Hasta hoy: día en que se ha acabado el gozo de la fiesta familiar; pasan los días de vacación y llegan las obligaciones, y la proximidad se hace distancia, aunque siga el amor. Me pongo la mano en el lado del corazón, Diario, y me noto a Candela ahí latiendo, de veras, es la vocal, que de la A, a la Z, llena todos mis silencios de palabras (21:10:36).

No hay comentarios:

Publicar un comentario