domingo, 14 de septiembre de 2014


14 de septiembre de 2014. Domingo.
DESGANA
 
Voluntad de ascenso, en el jardín. F: FotVi
 
-El calor me pone al pie de los caballos de la desgana; y desganado, poco se puede hacer. La desgana es un cincel o pluma que se detienen o una mirada sin fijación, sin interés, errante. Es el escoplo en la mano del artista sin dar el golpe, o la pluma sin letra que perpetuar en el papel; en este caso, ambos, escoplo y pluma, sin historia que contar, sin nada que decir. Tragedia. En la desgana, los brazos caen y las miradas se pliegan, y los conceptos se deshilachan. Estoy triste como un cenicero sin ceniza por no haber brasa de cigarro que sacudir; en la desgana, salvo ella misma, todo es nada, nada de mancha, que no deja ver nada. La mancha cierra, tapona, no deja ver lo que hay tras ella, al otro lado de su borrón. Una letra escrita es una mancha, pero domesticada, que diría Chesterton; no así la mancha del tintero, por ejemplo, que es algo salvaje y vive en la selva de lo indescifrable. La desgana es un cansancio, pero espiritual; se cansa el alma y se envilece la voluntad y, con la voluntad, el cuerpo, que baja su autoestima. Pero aún rezo, Diario, por lo que pido a Dios que me saque de esta agonía, cosa que parece concederme; pues el hecho de denunciar mi propia desgana, ya es un dato de que mi oración es escuchada. Me vuelve la esperanza (20:22:37).

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