jueves, 18 de junio de 2015


18 de junio de 2015. Jueves.
ENTRE SUSURROS
 
Entre susurros, hablando de Dios, en el jardín. F: FotVi
 
-Yo no quiero ser Dios, ni nunca lo he pretendido. Debe ser muy difícil, y más si se trata de un Dios que dice amar incluso a quienes le ofenden. Ofensa y amor. Difícil amar ofendido, con el alma colgando y lo ojos encendidos. Sentir que se guarrea tu nombre (obscenidad en las palabras, metalurgia de la idiotez) y tener que amar al guarro: difícil. Yo intento amar a quien me ofende, y se me nubla el amor, y, entonces, para intentar sacarle luz a la ofensa, para vestirla de algo atrayente, y poder amarla, escribo. Escribo para no morirme de barro y de muerte, de ascos lascivos, de inválida estupidez. Escribo para decirme: «¡Vive en la tolerancia! ¡En la angustia de la tolerancia!». Con Mahmoud Darwisd, poeta palestino, digo: «¡Oh, relámpago! Ilumina para nosotros la noche, ilumínala un poco». El relámpago no es Dios, sino lo que de él queda tras su paso de brisa o de silencio. O de osadía. O de recelo. Dios, que está en todas partes (lo creo), nos deja a veces solos para que descubramos cuando está. Lo hizo con Job, y con el pueblo judío, y con el palestino. Y también con el cristiano, que a veces ha ocultado a Dios bajo mitras y difíciles teologías, y aun con fuegos de lamidas terribles e intolerantes. Asando en piras. Yo amo a Dios en todo lo que es amor, porque ese es su ser, su entraña (más que la de la madre), su hoja de ruta en su hijo Jesús de Nazaret. Una vez oí a un profesor mío decir: «Allí donde hay una brizna de amor, allí está Dios». (Se llamaba Francisco Javier y era bajito y ancho, y de amplia testa; es decir, sabio, sin aspavientos. ¡Ah!, y era tan inocente, que no tenía sentido del humor; pero sí tenía sentido del amor, que ejercía comunicando su saber y su alta y fina estatura espiritual). No ser Dios; aunque no es poco ser su imagen e intentar ejercer de tal. Imagen alegre, crucificada, caída, alzada, y con susto de serlo (imagen) a veces. Imagen coloquial de habla y escucha; habla y escucha, Diario, entre Dios y yo, y las criaturas todas, como el agua, la ceniza, el bicho, la luz, el tiempo, la fe, tantas cosas, que (sin decirlo, o entre susurros) hablan de Dios (11:22:30).

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