domingo, 5 de julio de 2015


4 de julio de 2015. Sábado.
LA CIRCUNSTANCIA, O EL ALREDEDOR
 
Alrededor glorioso, en el Valle de Göreme. Capadocia. Turquía. F: FotVi
 
-Julio avanza y el calor sigue, y da comienzo así la dispersión, el horror de descoyuntar lo que estaba unido. Las playas se hacen piña, y las ciudades fuga, postal con perro libre por las calles solitarias. Se detiene el perro, mira, y ve su sombra lisa y dura bajo el sol, y las esquinas amigas, donde él (y alguna política extrema) excretan su orina. Mirada, sin embargo, afligida la del perro, llorosa: la soledad oprime. Pregunte usted a la playa y oirá sus lamentos; pregunte a la ciudad, y oirá  que (aun con perro triste) suspira con alivio, rescatada. El hombre es un depredador inmisericorde, con la crueldad de una gota de agua continua sobre la roca, que hiere hasta perforarla; entre julio y agosto, el litoral se llena de negocio y pavor ecológicos. Corre el dinero, se tuestan los cuerpos, mientras en el cielo escriben vuelos tristes y planos las gaviotas. Les han arrebatado su mar y los acantilados de sus nidos. Y claman, graznan. Ellas saben que el mundo se está muriendo en el mar, o en el trueque de todo un reino divino por un plato de lentejas. Muerta el alma del hombre (el otro mar de lo sensible y estancia recóndita de la Divinidad), se muere todo. Dijo Ortega: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo». Amar el yo, pero a la vez que a la circunstancia del yo; o toda la hermosa, y terrible a veces, escenografía (o alrededores) en la que se desenvuelve el yo. La circunstancia, que es pájaro, y bosque, y zumbar de abeja, y lenguaje del batir del mar en la arena de la playa o en el acantilado, y amarillear del nerdo, y la raya de luz sobre el mar en las noches de luna. (La luna, o la niña desnuda que raya la pizarra del mar con tiza de hada, blanca. ¡Qué triunfo escolar, entonces, la raya de tiza en la pizarra del mar!). Y en el ínterin, que diría el clásico, ahí siguen la miseria y la punzada de todo sufrimiento, también el humano, que deriva y se recrea en la injusticia o tiranía humanas. Sin la perfidia humana, Diario, el mundo sería bueno y puro, sin parálisis nocivos, y con la divina fragilidad del que, a pesar de todo, vence; un santo llamado Pablo, así lo afirmó. Con la pureza y osadía de lo irónico e inédito, dijo: «Cuando soy débil, entonces soy fuerte». Entonces, Diario, cuando lo frágil se hace don divino, o fortaleza sin violencia, divina (19:22:51).

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