sábado, 14 de noviembre de 2015

14 de noviembre de 2015. Sábado.
EN PARÍS

Llanto por París, en Liubliana. Eslovenia. F: FotVi

-Día de cenizas -y no litúrgicas- hoy; día de todas las iras, sin sentido. En París. Otra vez el terror en París, como cada día en infinitos lugares del mundo. Terror este que, sin embargo, nos alarma más, por estar más cerca. Decimos: terror en los mares de Europa, terror en Oriente Medio, terror en África, y nos conmueve, me perturba; pero decimos: terror en París, y nos aterra, me abate. París nos pilla a un paso del tiro, de la bomba, de la acción terrorista descarnada, sin piedad. Así como Dios se encarna en Jesucristo, para sentir y vivir en lo humano y amarlo, e iluminarlo, el terrorismo se desencarna, para hacerse brutal con lo humano, incondicional del mal por el mal, y no muere él en cruz, sino que sacrifica a todo lo que no destila odio como él. Ayer noche, por «un acto de guerra», como lo califica el presiente Hollande, ardió París, y es malo que arda París. París está cerca de todo lo que es Europa, la confiada, y, tras Roma, casi en el centro de todo el mundo. De París se habla en cualquier parte como cuna de revolución con guillotina y cuna de arte, y de bohemia con Moulin Rouge, y de grandes pensadores y poetas, y de santos. Siempre he dicho que la vida vale más que cualquier ideología, aunque se apunte que viene de Dios. Dios no es ideología, el amor nunca se ideologiza, y menos, Diario, si es amor encarnado (19:39:00).

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