miércoles, 2 de marzo de 2016

2 de marzo de 2016. Miércoles.
QUITARSE AÑOS

Anunciando vida, a pesar de los años, en el parque. F: FotVi

-Ayer, a mi crónica de cada día la situé en el uno de enero, retrasando así en dos meses el tiempo. Uno de enero y discurso, escribí. Y es que, en lo que toca al tiempo, como Cantinflas, de 20, siempre me llevo dos. O lo que es lo mismo: retrasé el reloj dos meses, no sé si por ver si colaba o en razón del despiste olvidadizo de los años. Y es que, en la mente del que ha cumplido muchos años, restar horas al reloj es un ejercicio de voluntarismo lógico, pues es creencia que lo que quitas al reloj lo añades a tu vida. Es, cuando la vida te ha regalado tantos años, el sublime e inofensivo deleite de quitártelos. La juventud se adelanta a los años, y, sin tenerlos, dice haberlos andado; la vejez, por el contrario, y por amor a la vida, se los quita de encima, y lo hace porque los tiene y por piedad para con los propios años, pues éstos suelen vestirse con la misma vejez a la que acompañan: se los ve rendidos y arrastrando suelo al andar, con jadeos. A mí, Diario, me ha gustado tener años para poder contarlo, y, de paso, agradecerles su compañía de amor y sombras, de luz y precipicios, de Dios y su perdón, y decir de ellos, de los años, lo que el poeta argentino Héctor Viel Temperley escribió de su trayectoria vital: «Mi madre es la risa, la libertad, el verano». Hermoso. Decir que, al fin, en las Cortes, no me han investido presidente, del desconcierto (21:13:49).

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