martes, 31 de mayo de 2016

31 de mayo de 2016. Martes.
LO INNOMBRABLE

Oscuro silencio, en Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-El poeta, me he dicho, es un pequeño dios con palabras, que recrea las cosas. El poeta, con las palabras, dice las cosas y las libera de su oscuro silencio, y así, para poderlas amar más plenamente, las hace tocables, intensas, las hace celebración. El poeta nombra las cosas ocultas y las abre a lo universal. La misión del poeta -ha dejado dicho Salman Rushdie- es nombrar lo innombrable, dar forma al mundo, e impedir así que éste se duerma. Y es que, dormido el mundo, y oxidada la poesía, la vida toda sería pavor y miseria, asfixia, humillación; sería el preludio de un final sin retorno. Pero ahí andan los poetas, dándole aliento a la luz, a la esperanza, al silencio para que sea palabra, a la palabra para que abra rosas, libros, conciencias, y mate así la injusticia y sus entornos de egoísmo: la madre del poder y la avaricia que lo engendran. Nunca me han gustado los palacios, más su ruinas, como en Cnosos el palacio del rey Minos. Donde el laberinto y el Minotauro, aquella bestia entre hombre y toro. Un símbolo del poder más envilecido. Ya del siglo XIII escribía Stendhal, que las familias poderosas que ambicionaban el poder, «embellecían la patria, para procurar sojuzgarla». El poder te da, para quitarte, y, antes de nada, la libertad, y, desde ahí, Diario, jugará a humillarte (20:52:17).

domingo, 29 de mayo de 2016

29 de mayo de 2016. Domingo.
SIN PALABRAS

Borrón..., y Luna nueva, desde el jardín. F: FotVi

-Esta mañana de sol, había nubes como agujas en un pajar; es decir, nubes apenas perceptibles, nubes que estaban casi sin estar. Deshilachadas, pasaban como alas de libélula; o sea, falibles, de tan frágiles. Pero no importa, el sol es extenso y vigoroso, y acabó por hacerse señor de la gran bóveda azul que le da cobijo. Yo, entretanto, tuve dos lapsus en las homilías del sábado y del domingo: de pronto, oscuramente, me quedé en blanco. Un balbuceo y las palabras se ausentaron, como las páginas de un libro que revuelve el viento y te impide seguir leyendo. No pude leer mi pensamiento, todo como un borrón blanco. No había pensamiento, no había palabras. Es la primera vez que el blanco hace tabla rasa de ideas y palabras en mi mente. ¡Quedarte sin palabras! ¿Tragedia? No; simplemente un episodio novedoso, con algo de aventura, quizá. Tras salir de los atascos, continué las celebraciones y acabé riendo. ¿Qué hacer? Reír y no llorar. Era la primera vez en 59 años, y agradecí todos estos años de palabras dichas sin una tachadura, hermosamente limpias, y agradecidas, además. Dios -me he dicho, reconocido- me ha regalado durante este tiempo poder decir palabras que significan cosas, cosas que viven en las palabras, y que, al decirlas, singularizándolas, me ha permitido poder amarlas de un modo más intenso. Sólo lo singular, lo único, se ama; lo colectivo, a lo sumo, se disfruta, como un paisaje o un universo con estrellas. La Mona Lisa se ama con tal excelencia, porque es impar, como su sonrisa. O quizá me haya querido decir Dios: «Hijo, las palabras te las pongo yo en la boca, no te las apropies»; que es Diario, lo que voy a hacer desde ahora: dejar, cuando intente evangelizar, que las palabras sean sólo de Él, a lo mejor -¿no te parece?- las raspaduras o silencios no vuelven a mi mente (21:40:10).

viernes, 27 de mayo de 2016

27 de mayo de 2016. Viernes.
HIROSHIMA

Hongo de paz, en el jardín. F: FotVi

-Niño yo, año 1945, y fue en Hiroshima. Entonces; y fue como un rumor sólo, no como una tragedia. En el pueblo, párvulo y retraído, con hambre y miedo, apenas se oía otra cosa que no fuera el llanto de algún niño sin pecho. O el viento en la esquina, cortándose él mismo en dos, mutilándose. Entre juegos y sueños, estudiante yo, lo supe lo de Hiroshima por el NODO, que hacía bueno lo malo y malo lo otro. Fue, dijeron, una pavorosa obra de arte, del mal; el mal también es creador. Tanto, que inventó (y lo logró) matar de una, en racimo; fue como una pisada enorme en un hormiguero indefenso. Se rompió la vida, y todo fue menos desde ese instante en el mundo. Crecieron el horror y la ferocidad; y el ser humano descendió un escalón más al infierno de sí mismo. Fue un lunes 6 de agosto de 1945. En la tierra se hizo un hongo de fuego, que destruyó vidas e historia, y deshumanizó más lo humano. El nombre de la bomba, Little Boy (niño pequeño) era una burla, pues se trataba de un mal grande, que desdibujó y borró del mapa lo indefenso, una ciudad que despertaba a la vida y halló la muerte. Ahora Obama dice, sin temblarle el alma, que «hace 71 años la muerte cayó del cielo y el mundo cambió». El mundo cambió; pero la muerte ascendió del suelo, donde Truman y ellos, todos, hicieron historia, o maltrataron a la historia. Entretanto, Obama ha pedido «un mundo sin armas nucleares». Bello deseo. ¿Tú, Diario, qué crees? Yo, Diario, no creo nada; la política ha pulido y mejorado el otro terrible arte de la mentira (20:19:25).

jueves, 26 de mayo de 2016

26 de mayo de 2016. Jueves.
NUBLADO

Blanco de pan blanco, en el jardín. F: FotVi

-Día del Corpus, uno de los tres jueves que brillan más que el sol, y amanece nublado. Pero lo que brilla en el pan no es el pan, con su corteza rugosa y su molla blanca, sino el bocado; ¡ah, morder el pan, o ese sacramento de la claridad, en la boca! Por lo que deduzco que no es el día, sino el pan y el misterio, los que dan esplendor y lujo a este día. Pero ida la mañana, el sol sale y brilla con el pan, que se hace esplendor en la calle. En Toledo, por ejemplo. Me recuerdo de niño, incensando el Pan (así lo llamaba yo), el día del Corpus. Fui monaguillo. Mi obsesión, entonces, era que no faltara incienso en el mirar inquieto del ojo del fuego del incensario. El humo me hacía toser; pero no me importaba: el Pan era merecedor de esta humareda sagrada. Era un Pan distinto, sin molla, pero yo lo comía con unción, cada domingo, con madre: me sabía a algo hermoso y vivo en la boca. Lo comía y me hacía ser otro. Mejor: sólo por un tiempo; pero ocurría. En casa, tras la guerra, se comía el pan de la escasez, horneado de cebada o maíz, y con parquedad, no fuera a faltar. El pan blanco con Dios dentro (así lo llamaba yo), lo comía en la iglesia. Al comerlo, tenía que cogerme madre la mano, me aliviaba los miedos. Hoy, día del Corpus, Diario, y con Proust de guía, he intentado ir «en busca de un tiempo perdido», y algo he hallado de él (21:31:24).

miércoles, 25 de mayo de 2016

25 de mayo de 2016. Miércoles.
LA ESTADISTA

Mirada de luz, en el jardín. F: FotVi

-Me conmueven los niños a los que, al otro lado de la guerra y de la huida, del miedo y del llanto, les vuelve la sonrisa y el regocijo por el hallazgo de un hogar; un hogar con los padres (o la protección amorosa) y los hermanos (o los juegos como aleteos feroces en la cabeza), y un pedazo de pan que mirar y admirar, y morder. El pan de la mesa redonda y familiar, el pan sagrado de la seguridad. Llegan a España refugiados, con niños. Pocos, pero son, y ahí están. Poco a poco se hizo el mundo, como un libro, como un amor, como el silencio después del gran estallido del Big Bang. Veo la foto de su llegada en la prensa, y me asomo a los ojos de los niños por ver si veo a Dios. Y veo lo blanco, lo inédito, lo nuevo (un cielo nuevo y una tierra nueva), lo no manchado, lo que empieza a ser como una suelta de palomas, libertad, amor, palabras que atan, y que, atando, concilian, liberan. En la mesa. Y me pregunto si esto es Dios. ¿O Dios es más misterio, más cosa fría? Pero si Dios es amor, sigo, no puede ser frío, ni piedra, ni angustia, sino beso y temblor, y un latido en todo esto que ocurre en los ojos de un niño. Dios, digo; y se me aclara una cierta presencia suya en los ojos de los niños. Ahora que están de moda las guerras, y las masas de gentes que huyen, y las alambradas, y los tratados y las mentiras, y los olvidos tras de las tragedias, recuerdo esto que escribía Francisco Umbral en Mortal y rosa, año 1975, ya entonces: «Las campañas humanitarias nos dicen que cada minuto -o cada segundo, no sé- muere un niño. Mueren de hambre, claro, de enfermedades, de miseria, de abandono, de progreso. Mueren de progreso, porque el mundo está progresando tanto que ya tenemos estadísticas exactas sobre los niños que se mueren. Lo que no tenemos es ganas de alimentarles, pero llevamos su muerte muy bien contabilizada. A lo mejor, con todo el dinero que cuesta el aparato burocrático de contabilizar la miseria, se podía dar de comer a unos cuantos hambrientos. Pero lo primero es la estadística.» Denuncia cruel y cierta, que araña en cualquier conciencia, sana. Dinero para armas, que propician guerras y muertes, y estadísticas, y no hay una convulsión universal de rechazo, que contenga las huidas y los desplazamientos de estas gentes desvalidas y asustadas, con niños. Diario, pido luz y largueza a las personas de buena voluntad que rigen la tierra, para que dejen la estadista (y las guerras) y den el paso hacia la solidaridad (20:56:00).

martes, 24 de mayo de 2016

24 de mayo de 2016. Martes.
ERIS, DIOSA DE LA DISCORDIA

Olor a mirto, en el jardín. F: FotVi

-En un lugar de Europa, de cuyo nombre prometo nunca olvidarme, y al que tanto amo, ocurren cosas extrañas, implacables, de una misteriosa e ilógica ligereza espiritual, y sentimental, que desbordan mi capacidad de entender. Leo: «Los aplausos al himno vencen a los abucheos». Aplausos, o celebración de algo; abucheos, u odio a algo. Celebración y odio, por lo mismo. Y banderas que ondean como disparos de bala. Y cánticos antagónicos que rayan el aire como lanzas, con ira. El reinado de la fuerza triste de la insensatez. O la celebración de Eris, diosa de la discordia. No es deporte, es un espectáculo de lucha circense: lucha de gladiadores en la arena, para regocijo de los amos. Ellos, los iguales (el pueblo), luchan por satisfacer a los de la tribuna, que sonríen o fruncen el ceño, según les va. Gritos, aplausos, se les seca la boca bramando, mientras el corazón del preboste late al ritmo del tambor del Bruch, quizá. Un cuchillo de sentimientos encontrados parte el tiempo de la concordia. Ya no somos diferentes, somos otros contra otros, en lucha sin pausa. Tal vez sea que no «pensamos» leal y generosamente los sentimientos. «Hay que sentir el pensamiento -advirtió Unamuno- y pensar el sentimiento». Pensar el sentimiento. La tarde huele a mirto y a mar cercano, y a paz; entonces se me ocurre pedir, Diario, que la paz nos modele pacíficos; firmes, pero pacíficos (20:57:54).

domingo, 22 de mayo de 2016

22 de mayo de 2016. Domingo.
JUECES

Mosca al contraluz (sin interpretación), en el jardín. F; FotVi

-No sé por qué tengo la impresión de que hay jueces que más que juzgar componen; según se lo pida el cuerpo, o la ideología, o la ocasión, o el estar o no en el estrellato judicial, hacen de las leyes pentagrama musical, sobre el que componen sentencias. No es que yo dude de la integridad moral de los jueces (¡no lo quiera la ciega y ecuánime y lúcida Justicia!); sólo digo que a veces se tiene la sensación de que los jueces son compositores de sentencias; hacen sentencias que pueden sonar o a rock crudo y valentón, o a rock lírico y de fácil digestión, según. Las leyes están ahí, solemnes, con su cuerpo legal articulado según materias jurídicas, intocables, casi como un ente sagrado, y lo son, hasta que se interpretan o glosan, para convertirse, entonces, en híbridas e intercambiables, movibles, interesadas. Los jueces, ungidos con el don de la exégesis y de la hermenéutica, del percibo más allá de la ley, hacen que lo que se ve rosa en el texto, salga rojo en el desenlace o resolución de la sentencia, o al revés; es decir, de pronto, las notas musicales de la ley se han convertido en un tango o en un vals que tocar bajos los románticos puentes de París, según. Es, Diario, la magia de la interpretación, de la componenda, del acomodo. ¡Qué decir! Con siete notas, el músico puede componer o una sinfonía o un pasacalles con el payaso aventando risas, mientras, por dentro (¡pobre payaso!), se muere de tristeza (20:57:52).

viernes, 20 de mayo de 2016

20 de mayo de 2016. Viernes.
SHIVANI, O LA NIÑA SIN VUELOS

Vuelo de piedra, en Zadar. Croacia. F: FotVi

-Veo una cinta de plástico atada a una piedra. Apenas tiene tres metros; si al otro lado hubiera una cometa, pienso, se desplomaría, por falta de altura; y quedaría, así, sin el sueño de su vuelo feliz e ilusionado, estelar. (Recuerdo el cuento aquel de la cometa que hizo volar al niño que la sostenía, quedando la cometa en el suelo y el niño en lo alto tocando sueños. La cometa veía más hermoso el vuelo del niño, que el suyo propio; en todo caso, aquél había sido su sueño de siempre: hacer soñar a un niño). En un extremo de la cinta, decía, una piedra, y en el otro, el pequeño pie de una niña india de 15 meses. Intenta irse, pero no puede; horas y horas intentando volar y no puede; no llora, sólo prueba a salir de aquel círculo de soledad al que está atada, y no puede. Su nombre es Shivani, cuyo significado no sé; aunque debiera significar algo así como «la niña que soñaba con ser cometa y tocar el cielo, y no podía». Sus padres trabajan largas jornadas por un sueldo de 250 rupias al día: algo menos de 3,50 euros. Shivani no tiene juegos, ni quien le diga «¡ay, mi niña!», ni un amigo al que mirar y balbucir. Decirle, balbucir, comunicarle que sufre. Sólo ve a su madre, que corre del trabajo a darle la comida. La ata, dice, para que no escape y pueda sufrir un accidente. A los jefes, sólo les interesa nuestro trabajo, dice. Ni guarderías, ni piedad, ni justicia; sólo vale el dinero. Me trago una lágrima, como un mar. Ay, la niñez desvalida, rota, desgajada, desposeída, humillada. El mundo, nosotros, Diario, pagaremos por esto, por ser cómplices con nuestra tibieza de esta terrible deshumanización; de momento, me hago desobediente a las leyes humanas y clamo por una vuelta al Espíritu primero, en el que aún creo que puedan quedar raíces del verdadero humanismo, el que nos enseñó a ser sabios y libres, y humanos. O, de lo contrario, y como escribiera Francisco Umbral, pelar una naranjada, comerse la naranja, y así tener un día anaranjado; anaranjado, pero sin horizontes, cercado de frustración, cruel (11:44:25).

jueves, 19 de mayo de 2016

19 de mayo de 2016. Jueves.
DEBERES

Deber de iluminar, en Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Me aterra la sociedad que sólo busca derechos sin deberes, se va quedando seca de aventuras, invernal, con mutilaciones graves. ¿Derecho a lo que es justo y legítimo? Así es. Así debe ser. Derecho al pan y al agua, y a tener un libro y poderlo leer (gozo de la cultura), y a la libertad de ir y venir, y de hablar, y a poseer un hogar donde encontrar calor y cobijo, y regocijo, y a contar con un trabajo digno y justamente remunerado, y a disponer de una policía que proteja y no apalee, y a unos políticos dignos de la poli (ciudad) y de la ciudadanía, y a ser persona religiosa y poderlo parecer en la calle o en el templo, o a no serlo, y poder expresarlo sin hogueras ni autos de fe… (Aunque parece que, hasta ayer mismo, los autos de fe los sufran ahora los creyentes). ¿Los derechos del hombre, se pregunta Simone Weil, la filósofa obrera? No; sino los deberes para con el hombre. Es otra revolución; no la revolución de los derechos, que acaba por enfrentar; sino la de los deberes, que clama al alma, donde habita la conciencia y se forja la paz. Esto escribía Simone Weil: «La noción de obligación supera a la de derecho». La obligación, el deber -principio de toda justicia-, por encima de la exigencia del derecho. O lo que es lo mismo: antes de exigir, me exijo. Según verdad evangélica, mi deber es amar, sin derecho a que el otro bese mis pies por amarlo. Y si me los va a besar, se lo impido, y lo sigo amando igual. Es la revolución del espíritu. Yo, Diario, digo lo de aquél: Para ser libre, déjame amar, y tú, si lo deseas, sigue odiando, y vive muerto en la hiel de tu esclavitud (11:13:56).

martes, 17 de mayo de 2016

17 de mayo de 2016. Martes.
EL AZUL

Paletada de azul, en el Mar Menor. Los Urrutias. F: FotVi

-Pensé: la mañana, con atuendo de hada, tan azul es. El mar es cielo, me dije, y el cielo es mar. Asombroso intercambio. Tanto, que si te lanzas al cielo, caes, seguro, en el mar. O al contrario. Todo aparece como una paletada de azul o un Picasso perfecto (en su época azul). Sólo la acción del hombre, a veces, logra hacer palidecer este azul, que Dios dijo (y fue) y que ahí está, poblando la tierra y dándole nombre a esta mole en la que vivimos (todavía), el planeta azul. El azul, color primario; es decir, color puro; puro porque es él mismo, sin mezcla de cualquier otro color. Color de lo divino, en algunas culturas. Dices azul, y da la sensación de estar revolviendo un poema en tu boca, tan frutal es. El azul es pureza que entra por los ojos y se instala en el alma, para, posteriormente, volver a fluir de nuevo por los ojos. En los ojos, encuentra su escenario el color azul. El hondo mirar de los ojos de los niños es azul, como su inocencia sin doblez. De ahí que la inocencia sea trasparente, como la vestimenta del cielo -que permite que luzcan las estrellas- o el de las hadas. Los cuentos son azules, razón por la que cautivan a los ancianos, que los cuentan, y a los niños, que los viven. En Avatar, una película ecológica -cuento pavorosamente sublime-, los personajes, por estar en otro paraíso parecido a aquel que perdimos, son azules, sólo su mirar es de dátil, de ámbar, y es que en la mirada siempre se andan diciendo el llanto o el amor, que destilan oro. Son azules, porque son puros, pero además aman y lo hacen en dorado. Me entristece y aterra que la humanidad, habiendo perdido el paraíso del azul, haya dilapidado con él la dignidad de su inocencia. ¡Ah, volver a la inocencia! No a la inocencia tonta y quebradiza, sin musculatura, sino a la sabia y briosa inocencia de la limpieza de corazón. Aquella con la que se veía a Dios. ¡Volver a ella!, me dije. Y entonces, Diario, aun despierto, me puse a soñar (12:59:30).

lunes, 16 de mayo de 2016

16 de mayo de 2016. Lunes.
PAZ LUMINOSA

De humor también se vive, la paz. El País 

-La mañana es un pentagrama primaveral de Vivaldi: el mirlo, la tórtola, el gorrión, la golondrina -ésta, veloz- dicen sus notas musicales y las entregan, en ese bellísimo pentagrama del comienzo del alba, a la sinfonía total del día. Las ensamblan en un concierto cósmico, que llega hasta el anfiteatro de les estrellas, donde laten silencios infinitos. Yo rezo. Rezar, de mañana, es unirse al gran concierto universal, y decir sí a la vida, a la expectación o espera, a la certeza de que cualquier día sucederá lo realmente nuevo; es decir, que el espíritu prevalezca sobre la materia y la verdad sobre el oscurantismo. Sin ninguna Babel intermedia que la oscurezca, Isaías, profeta, lo pensó en poema y lo escribió así: Llegará el día -dijo- en que la humanidad «forjará de sus espadas azadones, y de sus lanzas podaderas. No levantará espada nación contra nación, ni se ejercitarán más en la guerra». Isaías, con otros poetas, con otros ebrios de esperanza, locos, quizá, de locuras utópicas, en un adviento continuo, percutiente y lúcido, aguarda, con fe, que las palabras engendren paz, y las paz, amistad sin fin. Como Alberti, yo sueño: «¡Paz, paz, paz! Paz luminosa (…) / Paz que al alba se levante / y a la noche no se muera». Un día, Diario, la utopía se instalará en la historia (19:44:56).

sábado, 14 de mayo de 2016

14 de mayo de 2016. Sábado.
HEDOR

Aroma de lirio, en el jardín. f: FotVi

-Como una pavorosa pirámide de heces de la época del consumo y el descarte, arde un cementerio de neumáticos en Seseña; o arde la Babel de la estupidez humana, en Seseña. En Seseña no se confunden lenguas, sino técnica, progreso, capitalismo bárbaro, intereses, y desidia. En Seseña se respira corrupción, que es la consecuencia de toda muerte, y más si se trata de muerte ética o moral. Hoy, en mi eminente jardín de ocho macetas (o diez), son aroma y lujo el lirio y el arrayán, y la abeja que poliniza. Y entretanto, yo, en mi rincón de eremita, escribo en libertad, que es otro modo de aromatizar el hedor que fluye del cementerio nacional. Arde la política, quema la putrefacción, y se apagan sueños. Pero yo, con el lirio y el arrayán y la abeja de guías, sigo soñando que los sueños existen, y que vendrán tiempos mejores, porque, como dijo Tagore, Diario, aunque el hombre pierda la esperanza en sí mismo, «Dios aún no ha perdido la esperanza en el hombre». Dios, o el descartado, por anciano (20:47:58).

viernes, 13 de mayo de 2016

13 de mayo de 2016. Viernes.
DE CRIPTA

 
Luz interior, cripta, en Iglesia de Santiago, Šibenik. Croacia. F: FotVi

-Sé que no soy feliz -decía aquél-, pero disimulo para que no se alegre mi enemigo. La felicidad es corta y caprichosa, y muy arraigada y asidua, por el contrario, la desgracia. Pero así como la desgracia necesita de grandes eventos para ser sentida, para saberse a sí misma infortunio -una pérdida entrañable y única, un desgarro sentimental, el día a día monótono y difícil, desesperante…-, la felicidad es más sencilla en sus afanes, y puede lograrse como decía Tolstoi con sólo apreciar lo que se tiene y no desear en demasía lo que no se tiene. Porque la felicidad es más interna, de cripta, que externa. La luciérnaga es feliz porque aprecia la luz que ella irradia, se sabe iluminada, y no añora la luz del sol, porque la luz del sol la apaga, hasta convertirla en una oruga más. Como la luz de la luciérnaga, Diario, la felicidad nace de la humildad, de saber llenar de luz interior aquello que uno hace, y, sin aspavientos, creerlo sublime (21:31:42).

miércoles, 11 de mayo de 2016

11 de mayo de 2016. Miércoles.
PALABRAS FEROCES

Hablando bien la una de la otra, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Me gusta no herir, y menos con la boca, dijo el sabio. Las heridas del cuerpo, si no matan, se curan; las del alma, casi siempre son de muerte. La palabra puede herir tanto o más que cualquier otro utensilio, y con más profundidad y saña, y haciendo que quede para siempre -quizá- la lesión. Y las palabras que hieren, que cortan, que rebanan sentimientos, no  se las lleva el viento. Herir sentimientos con la palabra, es como acceder al alma de otro y violarla, arrancarle vuelos a sus alas, precipitarla al vacío de la perplejidad y la incertidumbre. Yo, Diario, pretendo no hablar mal de otros, para no revelar que en realidad de quien estoy hablando mal es de mí; por lo que digo a las palabras: «¡Calla, palabra, no digas de otro lo que yo soy!», y acallo así mis palabras feroces, malignas; palabras que destruyen, destruyéndome (20:34:48).

martes, 10 de mayo de 2016

10 de mayo de 2016. Martes.
EL CEBO

El Etna fumando tras de mí, en Sicilia. Italia. F: FotVi

-Me recuerdo con un cigarrillo entre los dedos, oscuros de nicotina. Desde los dieciocho años, fumaba uno tras otro, como un pirómano del bosquecillo de mis pulmones. Entonces vestía sotana y, en ciertos momentos -como el de dar la comunión-, me turbaban mis dedos alquitranados tocando la blancura o nieve aquella de la forma consagrada. Dar la comunión con dedos ennegrecidos por la adicción no me parecía acorde con la pureza del momento, con ese dar a masticar la gracia que es la comunión, todo en blanco. Hasta que un día, hace cuarenta y cinco años, dejé de fumar. De pronto, como un golpe, y sin nostalgias. Liberé a mis pulmones y mis dedos de hollín y mis chimeneas funcionaron mejor. «¡Ah!» hacía, y el aire me regaba todo de paz fresca, de euforia de bosque. Y lo blanco, como una nueva inocencia, volvió a mis dedos. Digo esto porque acabo de leer una noticia triste: Francia pagará 20 euros a mujeres embarazadas que dejen de fumar. ¿Y habrá madres, que, no por el hijo, sino por los 20 euros, dejen de fumar? ¿Tan poco vale un hijo? ¿O tanto valen 20 euros? ¿O no se trata del valor de cada cosa, sino del acicate o el cebo? Deseo creer, Diario, que sea esto último: una especie de hermosa provocación o estímulo; otra cosa, sería una terrible decepción sobre nuestra sociedad, tan desvalida de valores, o de las luces que, hasta hace nada, intentaban guiarnos por la vida (21:27:54).

lunes, 9 de mayo de 2016

9 de mayo de 2016. Lunes.
TERRACOTAS

Templo de Adriano, en Éfeso, Turquía. F: FotVi

-A Europa se le escapa Dios, como un jabón, de las manos, y no sabe qué hacer con la terracota de los pequeños y paticojos dioses que se ha fabricado en sustitución del primero. Dioses de terracota necesarios, sin duda, pero que no ven, ni oyen, ni sienten, sólo están; ejemplos: la economía, la técnica, la felicidad corrosiva y fugaz del consumo, el no parir, que así se redimen penurias de cuerpo y cartera -la cartera, o el alma empírica de esta sociedad-, la igualdad sin equidad, la corrección política -o no disentir en nada de lo que se impone con sólo apariencia democrática, la mayoría ha dicho-, la ocultación del bien y la epifanía del mal, la injusticia justificada, el sobrevivir sin vivir… Seguro que se me escapan algunos por olvido, pero estos son, creo, los «terracotas» de más apariencia en el nuevo olimpo posmoderno e institucional, convulso, del ahora mismo. Olimpo de casi todos los vicios y apenas alguna virtud. Además, éstos son los dioses de la desesperación y la angustia: sólo están cuando se les posee, la pobreza nunca halla ni su voz ni sus latidos, no hay en ellos calor que consuele. Por eso Europa ha dejado de ser referencia espiritual del mundo; ya no es fe, sino economía, bolsa, fisco, intereses, negocio, y así florecen los egoísmos y se ausenta la fraternidad. Ha habido tergiversación de credos: no creo en Dios, se dice, pero sí en los «terracotas», dioses mínimos y, tan limitados, que sólo llegan a unos pocos. Ya lo advirtió Chesterton: «Cuando se deja de creer en Dios -dijo-, de inmediato se empieza a creer en cualquier cosa», incluso, Diario, en «terracotas» ausentes (20:10:41).

sábado, 7 de mayo de 2016

7 de mayo de 2016. Sábado.
MEZQUINDAD

Monedas, en Museo ARQUA, Cartagena. F: FotVi

-Se me cae una moneda y no la cojo; ¿desprecio a la moneda, a su exiguo valor? Más tarde me topo con un indigente y le doy otra moneda de la misma valía que la extraviada. ¿Desprecio al indigente, a su insignificante valor? Salgo del trance y me aborda la conciencia con preguntas perversas, crudas. Cuando lo hago, dar una limosna, ¿lo hago por remediar algún problema, o sólo por quitarme un peso de encima? ¿El peso de la injusticia, quizá? Sin embargo, me dije, ni el peso de la moneda es excesivo, y, si pasas de él, tampoco el del indigente. ¿Entonces, qué es mejor dar o no dar? ¿Acercarte al menesteroso y ayudarle o dejarlo tirado en el camino sin la pequeña pero luminosa mezquindad de la moneda? Aunque, al dar la moneda, nos miramos: el indigente a mí y yo a él. Agradecidos ambos. Y esto tan parco, tan sin relieve, casi plano, iluminó mi gesto: el de alargar la mano y poner en la del mendigo una moneda sin valor material, pero sí humano. Y es que las miradas cómplices, a veces, dignifican lo que, en apariencia, Diario, carece de valor (21:11:37.

jueves, 5 de mayo de 2016

5 de mayo de 2016. Jueves.
VIAJES

Pasos en la arena, en Arenales de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-El Congreso, esa institución variopinta que se ha disuelto en unos meses como un azucarillo en un café, ha gastado por diputado (y diputada) 3.083 € (512.968 ptas.) en viajes. Sólo en viajes, y con humos además; cuando un ave -locura con plumas que vuela- no cobra nada por ir de allá para acá alegrando cielos y embelleciendo paisajes palustres. 3.083 € y emigrantes y menesterosos de cualquier hermosa calaña, sin embargo, en la puerta de Cáritas o de alguna otra ONG: ninguno sentado a la mesa de un diputado (o diputada) viajador. Sienta un emigrante a tu mesa. (Todavía Berlanga denunciando y poniendo un pobre en las conciencias). Y tienen que ser la fe (o la filantropía), sin subvenciones, los que los sienten a su mesa, y los miren a los ojos, y les hagan recordar el olor a guiso del hogar (les recreen olores del ayer) y, aun en la penuria, puedan comer con la hermosa grandeza de la dignidad, y no se sientan seres extraños y humillados, ni desposeídos. Y me pregunto con horror, saturado de incredulidad, con porqués que no llego a entender, ¿tanto nos cuesta la ineficacia? Pregunta, Diario, que nadie sabe o me quiere responder (22:03:56).

miércoles, 4 de mayo de 2016

4 de mayo de 2016. Miércoles.
SIN VERDADES

Buscando verdades, en Las Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Cojo un puñado de sol (realmente lo cojo) y lo amaso en mis manos, y, como si fuera ámbar con calor de carne, lo refriego en mi pecho, para calentar y debilitar así mi resfriado, que, casi abatido ya, va de huida; es lo que hacíamos de niños, en el tiempo del hambre y del frío en la escuela. Con ironía, y bajo el chamizo de la escuela de su propiedad, nos lo hacía hacer el maestro Navillo, que, a la sombra de la brevedad o esquema de su bigote, reía divertido. Y daba resultado: la fricción del sol en el pecho nos calentaba sin quemarnos, y, al tiempo que a la clase, alegraba a la raíz cuadrada y a la oración gramatical. Porque alegres nosotros -y el maestro-, la sabiduría tomaba forma de luz en nuestra mente y la incendiaba, llenándola de números y enigmas, de palabras. A un servidor, como no iba para banquero y le gustaba lo arcano, le dio por las palabras, olvidando un tanto los números, que luego en alguna ocasión eché de menos; pero sólo como se echa menos, en ocasiones, el no ser pájaro y volar o el no ser pez y nadar, y, como diría el poeta bíblico: «trazando sendas por el mar». Con estos recuerdos, y desde la nueva infancia que ahora vivo, me siento libre, átomo, estrella, juguete, luz, sombra, araña, libro, rebeldía, película en cine de barrio, niño con frío buscando un rayo de sol en la Plaza Vieja de Molina, y siento, Diario, que todo, con el dolor y la alegría presentes, y las ausencias latiendo, todo es «credo, amor y ensueño, y boca, / sin verdades, quizá, pero con alas» (19:55:04).

martes, 3 de mayo de 2016

3 de mayo de 2016. Martes.
EN EL AIRE

Soñando que es vuelo, en el jardín. F: FotVi

-Sol, el mirlo canta y el resfriado casi vencido. No empieza mal el día. Pero puestos a cantar en este momento, me digo, el mirlo lo haría mejor que yo. Canta sin nervios, vocalizando, galanteador. Se le nota enamorado, y sin resfriado, hace bellas melodías, que escribe en el aire. Envidio al mirlo que, para vivir en libertad y sin sobresaltos -salvo el del amor-, no tiene que soportar mítines, ni encuestas, ni la necesidad de votar cada dos por tres. El pájaro es carne; pero carne celeste, que vive la democracia de la más pura libertad, sin urnas. Quizá acierte el poeta Gilberto Owen cuando dice -con el mirlo, quizá- lo de: «Por la carne también se llega al cielo. / Hay pájaros que sueñan que son pájaros / y se despiertan ángeles». Lo peor, Diario, es soñar que eres ángel y despiertas ante una urna, sin vuelos…, y votando (21:00:17).

lunes, 2 de mayo de 2016

2 de mayo de 2016. Lunes.
SOLITARIO

La soledad puede ser hermosa, en Salinas de San Pedro. F: FotVi

-Anoche apenas pegué ojo, tosiendo. En el entresueño, y al otro lado de mí, me oía a mismo toser; la tos, que parecía venida de lejos, me daba sin embargo en la garganta y en la sien. Era como una pelota de pimpón percutiendo por todas partes. Se tose y se tiene la sensación de desgarro en la garganta y de opresión en el pecho, y, en los ojos, saltan chispas, como estrellas. Tres años hacía que no sentía esta cólera inicua del resfriado. Te resfrías y se encolerizan la tos y la mucosidad, y más en la noche, cuando la soledad acentúa su desabrigo al solitario. Un solitario con tos y mucosidad es un solitario más solo que la una, sin dos, y más aún si apunta la fiebre; si no hay alguien que te ponga la mano en la frente (la mano de la madre con su suave insistencia) y le diga a la fiebre detente, la soledad se hace más terca y ruidosa, e insiste como un lobo que te mira. Pero de pronto recuerdo a Bécquer que dijo algo así como que la soledad es muy hermosa…, si se tiene a alguien a quien decírselo. Y busco. Y encuentro a ese Alguien, en la noche, tras de la fiebre, y se lo digo, que estoy solo, y, sin saber cómo, Diario, me siento menos solo, o más cerca de entender que la soledad pueda ser hermosa; puede serlo (22:10:43).

domingo, 1 de mayo de 2016

1 de mayo de 2016. Domingo.
RESPIRAR ARRIBA

Sin dejar de pisar la tierra, en Éfeso. Turquía. F: FotVi

-Llega el domingo y me digo: voy a tratar de respirar un poco a Dios, y saco la cabeza más arriba de mí y de las cosas, e intento inhalar a Dios desde la fe, o en la esperanza, o amando, se trata de otro aire más sano y distinto del que se pueda respirar aquí abajo. Saco la cabeza del agua convulsa del día a día, del tropiezo y el hallazgo, del revés y el gozo de la idea o la palabra nueva y respiro hondo allá donde se mueven los astros y cabalga sobre sí mismo el espacio infinito. No es que me vaya de la tierra, sino que la elevo conmigo, hasta alzarnos y oír y sentir el clamor de lo que vive en el más allá, quizá donde se hallan los sueños, o quién sabe si el sitio donde se toca la luz y notas que en ella arde la trascendencia. Dios -y lo que él toca- arden como el hierro en una fragua, amorosamente, moldeándose fuego y hierro, dándose ambos forma y belleza. Y si es fuego que arde sin consumirse, no está mal quemarse de Dios, para iluminar así cualquier noche oscura, y sus pánicos, y el graznido de sus silencios. El domingo, Diario, respiro arriba, y como diría Simone Weil, lo hago para no dejar de vivir abajo, «confundiéndome con lo que aquí vive, desapareciendo en ello, y esto con el fin de amarlo todo tal como es» (20:06:18).