viernes, 27 de mayo de 2016

27 de mayo de 2016. Viernes.
HIROSHIMA

Hongo de paz, en el jardín. F: FotVi

-Niño yo, año 1945, y fue en Hiroshima. Entonces; y fue como un rumor sólo, no como una tragedia. En el pueblo, párvulo y retraído, con hambre y miedo, apenas se oía otra cosa que no fuera el llanto de algún niño sin pecho. O el viento en la esquina, cortándose él mismo en dos, mutilándose. Entre juegos y sueños, estudiante yo, lo supe lo de Hiroshima por el NODO, que hacía bueno lo malo y malo lo otro. Fue, dijeron, una pavorosa obra de arte, del mal; el mal también es creador. Tanto, que inventó (y lo logró) matar de una, en racimo; fue como una pisada enorme en un hormiguero indefenso. Se rompió la vida, y todo fue menos desde ese instante en el mundo. Crecieron el horror y la ferocidad; y el ser humano descendió un escalón más al infierno de sí mismo. Fue un lunes 6 de agosto de 1945. En la tierra se hizo un hongo de fuego, que destruyó vidas e historia, y deshumanizó más lo humano. El nombre de la bomba, Little Boy (niño pequeño) era una burla, pues se trataba de un mal grande, que desdibujó y borró del mapa lo indefenso, una ciudad que despertaba a la vida y halló la muerte. Ahora Obama dice, sin temblarle el alma, que «hace 71 años la muerte cayó del cielo y el mundo cambió». El mundo cambió; pero la muerte ascendió del suelo, donde Truman y ellos, todos, hicieron historia, o maltrataron a la historia. Entretanto, Obama ha pedido «un mundo sin armas nucleares». Bello deseo. ¿Tú, Diario, qué crees? Yo, Diario, no creo nada; la política ha pulido y mejorado el otro terrible arte de la mentira (20:19:25).

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