miércoles, 31 de agosto de 2016

31 de agosto de 2016. Miércoles.
¡EL MAR!

¡El mar!, en Lo Pagán. F: FotVi

-Esta mañana, casi me he despertado frente al mar, esa luz que se mueve, esa fosa común de todos los sueños, esa constante y siempre intacta pregunta sobre la arena de la playa y en los acantilados. En la playa susurra, y en la pared de los acantilados estalla. «Si digo una palabra, si la creo / alta y azul, anuncio el mar? ¿Si digo / “la mar”, pronuncio todas las palabras?...», dice el poeta. El mar es la memoria del hombre, su lenguaje más antiguo. Desde que el mundo es mundo, en él están todas las historias. Ulises lo sabía y esa es la razón de su tardanza, tras la guerra de Troya, en volverse a Ítaca; fue conociendo sus hazañas según se las contaba el mar, o según se las iba haciendo vivir a él. Oía y vivía sus propias hazañas, contadas por el mar. Entre los dioses y el mar, le hicieron vivir una vida errática, cargada de aventuras, siempre perseguido por Poseidón, irritado hasta que llegó a su tierra. Contemplaba yo el mar y pensaba en Ulises, en su vida andarina, en su fe en llegar a su tierra, en su determinación de no ser vencido por las adversidades. Cuenta la Odisea, que en un cónclave de dioses, Zeus se dirige «a los inmortales», y les espeta: «¡Oh, dioses! ¡De qué modo culpan los mortales a los númenes! Dicen que las cosas malas les viene de nosotros, y son ellos quienes se atraen con sus locuras infortunios no decretados por el Destino». Eso solemos decir cuando nos viene mal dadas, Diario: echamos la culpa a los demás, sin percibir nuestra propia culpa, dejando nuestros deslices o errores a salvo de cualquier crítica o advertencia, tratando de salvar, sin pizca de autocrítica, nuestro propio prestigio. Así somos (20:09:57).

lunes, 29 de agosto de 2016

29 de agosto de 2016. Lunes.
PÁJAROS MOJADOS

Depresión, en el jardín. F: FotVi

-Finaliza agosto, y todo ha sido como un suspiro. Un suspiro de vida o de depresión. Hay quien, al finalizar, agradece este periodo de respirar aires distintos, y hay quien cae en un hundimiento espiritual grave. Se vive entonces de tristezas inexplicables, y todo son como pájaros mojados en el recuerdo, o días sin luz. De la vida del depresivo se tacha la esperanza, se anula la ilusión. No se ve el futuro, que, sin embargo, está ahí, al otro lado de ti mismo. No importan los “cómos”, que diría Nietzsche, si se tiene un porqué por el que vivir. O vivir de acuerdo con la razón y no sólo con el sentimiento; el sentimiento no piensa, Diario, sólo se estremece y actúa en consecuencia, sin control, alucinado, en deslumbramiento continuo. Salir de esta sima es un buen ejercicio para quien quiere estar, para quien desea habitar en una vida soñadora, iluminada, libre de ataduras (20:30:37).

domingo, 28 de agosto de 2016

28 de agosto de 2016. Domingo.
LA NADA

La nada iluminada, acuarela de Zacarías Cerezo.

-Hoy voy a escribir del dolor; o, mejor, voy a escribir de la nada. El dolor y la nada se complementan. Escribir de la nada es no decir nada, es como quedarte cogido de la brocha en la pared. Es poner a la nada como protagonista del caos. Empieza el Génesis su relato del comienzo del mundo así: «La tierra era caos y confusión». O sea, la tierra era nada, no había por dónde cogerla; como una pastilla de jabón, se escapaba de las manos. Hasta que vino la Luz e iluminó el caos, y lo hizo vibrar, lo hizo sonrojarse, lo hizo lucir, o el caos teniendo colores; la tierra toda, hasta entonces, era oscuridad, era nada, no tenía nombre. ¿Y de dónde nos vendrá ahora la luz que no agite, que nos conmueva, que nos ponga en el camino de la liberación? Dijo Samuel Beckett: «Al no tener otra alternativa, el sol brilló sobre lo nada nuevo». Lo nada nuevo, o sobre lo que aún no es, o sobre lo que apenas es, o sobre lo que empieza a ser. O como dijo Einstein, Diario: «como no sabía que era imposible, lo hice», y le salió la teoría de la relatividad (20:23:19).

viernes, 26 de agosto de 2016

26 de agosto de 2016. Viernes.
TAN CALLANDO

Colina de las cruces, en Lituania. F: FotVi

-Yo, creyente, rezo por Italia, por los fallecidos, y por los que sobreviven, que son los que de verdad viven la muerte; la muerte se vive desde la vida. Los vivos sienten y recuerdan a los muertos, que ya no están. Y sólo el que vive puede hacer que caigan unas lágrimas de sus ojos (y el creyente, un rezo de sus labios) por el muerto. El que vive y ama, siente y recuerda. En Italia, estar con los que han sobrevivido, es ahora el reto. Estar para salvar y reconstruir, y para hacer que a los escombros le nazcan alas, nuevos retos, para que no mueran del todo los muertos. Los muertos no dejan de vivir si se les recuerda con obras: una lágrima, una oración al vuelo, un silencio, de pronto, por los que se han ido en un acontecimiento festivo, la escuela que se reconstruye, las calles del pueblo otra vez en marcha, andando y riendo, la gente que vive y recuerda, con amor, lo ocurrido, pero decide seguir viviendo, sin hundirse, elevándose siempre, como una ascensión del espíritu humano, escapando del dolor, de la tragedia, del miedo, siendo libres sin oscuridades, amaneciendo cada día con un sueño más, dejando los huesos en el pavor de la tumba y soltando el sueño como un pájaro que salta de las manos y vuela, y canta. Sin olvidar, canta y mira, y quizá no comprenda «cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando», que diría el poeta Jorge Manrique. Tan calladamente, Diario, pero volando (19:48:57).

jueves, 25 de agosto de 2016

25 de agosto de 2016. Jueves.
¿OLVIDAR?

Tristeza, en el jardín. F: FotVi

-Ayer nos despertamos con la noticia bárbara de un terremoto en el centro de Italia. Amatrice y Norcia (los pueblos más bellos de Italia) han quedado destruidos. Montañas de escombros y muchas vidas debajo, atrapadas. Es un despertar loco; primero se dijo que había 10 o 12 muertos, luego, según se iban abriendo las entrañas de esos escombros, se habló de más muertos, hasta llegar a la cifra actual: 250. En Amatrice y Norcia, la noche se apodera de la vida, y hay más tiniebla que día. Y llanto; llanto por los muertos; y por los vivos, que tienen que olvidar. ¿Y cómo se olvida una tragedia así? Quizá nunca se olvide, tal vez sólo se sobrelleve. Pero el recuerdo es perverso, siempre vuelve. Y en los momentos en que parece que se toca la felicidad. Amatrice y Norcia han tocado la muerte, Diario, ¿cómo podrán olvidar? (20:16:08).

miércoles, 24 de agosto de 2016

24 de agosto de 2016. Miércoles.
EL SILENCIO

Se oye el silencio, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Hacía tiempo que, luego de un gran acorde, o la lectura de un hermoso poema, o el bramido del viento en la montaña, no oía el silencio. En este mundo de ruidos, oír el silencio es un acontecimiento festivo, una liberación del espíritu. El silencio ensordece, decía Mario Benedetti. Y más que un mar embravecido. La causa de que yo no oyera el silencio, se debía a que casi todo era silencio para mí. Estaba instalado en el «casi silencio» perpetuo, en la casi total ausencia de contrates entre sonidos y silencios. Es decir, apenas oía. Oía sólo el rumor de las cosas, su periferia ruidosa, pero no su interior cerrado y expectante, hecho de melodías calladas, de insinuaciones sorprendentes. Hoy me han instalado un aparato auditivo, e, increíblemente, he vuelto a oír el silencio. He vuelto a oír la Novena Sinfonía de Beethoven, y sus escuetos silencios, sus pájaros interiores, los sigilos que hay, Diario, detrás de tanta nota inmortal (20:26:36).

martes, 23 de agosto de 2016

23 de agosto de 2016. Martes.
EL SUEÑO DE UNA SOMBRA

Sombras, en el jardín. F: FotVi

-Según Píndaro, somos el resultado del sueño de una sombra. Nacer de un sueño es algo perfecto, bello, como una obra acabada. ¡Estar en el sueño de un Da Vinci o de un Velázquez! Andar por el sueño de un artista, que luego te da forma en la piedra o con el pincel o con la pluma. Es prodigioso. De ahí nace el arte, el asombro de la filosofía, el pasmo de la física cuántica, la sacudida interior de la poesía. ¿Pero ser el resultado del sueño de una sombra? ¿Qué sombra? A no ser que se trate, Diario, como asegura Tagore, de que el hombre no ve lo que es, sino su sombra (20:26:26).

lunes, 22 de agosto de 2016

22 de agosto de 2016. Lunes.
JUEGOS Y GUERRA

Ramito de paz, en el jardín. F: FotVi

-Me asusta ver a la tribu alterada, gritona, descompuesta. Aunque haya momentos en que yo mismo me considere tribu. En una parte del mundo hay guerras, en otra, juegos, y en el centro, miedo. Miedo a que ocurra algo adverso, hostil, mientras estamos en una fiesta o celebración, aunque sea deportiva. Estos días ha habido paz, salvo en el mundo árabe y en el mar, donde no existe la piedad. El resto del mundo ha estado en alerta permanente, con los soldados guardándonos y guardándose, y con las armas enfiladas. Los juegos y la guerra. Hay una diferencia entre ambos, en los juegos hay vencedores y vencidos. En la guerra, sólo vencidos. En la guerra sólo ganan los que no hacen la guerra y se embolsan el resultado: las muertes, rebozadas de dólares, de vidas rotas, de palomas caídas. En los juegos se dan medallas, en las guerras dentelladas; en las guerras se atina al blanco, con bala. Balas que dan en todas partes, salvo en la conciencia de quien las lanza, o de quien las financia. Me gustan más los juegos que las guerras, aunque ambos los haga la tribu. Siempre, en ambos eventos, la tribu grita como posesa, se obstina en el aullido, y patea. Pero los unos -los juegos- son sólo estruendo, y los otros -la guerra-, son tanques y aviones, y destrucción, obstinada muerte. Y entre el estruendo de los juegos y la guerra, Diario, prefiero la soledad, que no hace ruido, y es pacífica (19:51:42).

viernes, 19 de agosto de 2016

19 de agosto de 2016. Viernes.
EL NIÑO OMRAN

Un niño de barro y ceniza, en Alepo. F: ABC

-De pronto el barro y la ceniza, en Alepo, se han hecho niño, tras un bombardeo. Un niño de barro y ceniza, y los ojos perdidos, o apagados, o huidos. Ojos acusadores, tal vez. Aunque él, a su edad, todavía no sepa acusar. Son ojos sencillamente asustados. Se llama Omran y ha nacido, esta vez, de la guerra. Tiene cinco años, los mismos que dura la guerra en su país, y, tras un bombardeo, ha vuelto a nacer. No tiene juguetes, sólo sorpresa, pasmo, asombro por la guerra. No habla, no llora, sólo mira, y absorto, sin entender. Quisiera entrar en su mirada y ver lo que él ve, asumir sus miedos, su aturdimiento, ver el mundo desde el terror. ¿Cómo se ve el mundo desde la indefensión herida de la inocencia? ¿Hay mundo más allá de estos ojos embelesados, deslumbrantes de pasividad? ¿Hay piedad en el mundo? Dicen que después de ser lavado y curado rompió a llorar. El llanto irredento del niño Omran. El llanto dulcísimo, inmolado, dolorido de un niño de la guerra. Él llora y la guerra sigue, y yo pienso en los niños del mundo que lloran. Quizá ese llanto nos redima, o nos condene. En este mundo nuestro, no hay humanidad entre los humanos que hacen la guerra y la sufragan. En este mundo nuestro, de pronto, todo es oscuridad, penumbra, turbiedad. En el niño Omran, Diario, nos ha llegado la noche (19:47:09).

jueves, 18 de agosto de 2016

18 de agosto de 2016. Jueves.
ROMANTICISMO

Ocaso, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-¿Por qué muere el romanticismo, por qué se mueren los que lo han hecho?, me pregunto a veces. Cada vez que muere un romántico, muere un poco con él el modo de ver y sentir las cosas desde el sentimiento. El romanticismo tan denostado por el racionalismo y el neoclasicismo. El romanticismo buscaba sobre todo la libertad, no quería reglas, perseguía volar sin alas y, sin caerse, emocionar. Un lema del romanticismo era: cada hombre debe mostrar lo que lo hace único. Ayer nos dieron la noticia de la muerte de Arthur Hiller, director de la película Love Story. Esa historia de amor que movía las lágrimas en los ojos y aceleraba los latidos del corazón, sin pudor, con arrogancia. Recuerdo: «Amar significa no tener que decir nunca “lo siento”». Y se derretía el hielo, sollozaba la pantalla, ardía el patio de butacas. Descanse en paz Arthur Hiller, Diario, y que mis lágrimas de entonces, le acompañen ahora (20:28:09).

miércoles, 17 de agosto de 2016

17 de agosto de 2016. Miércoles.
LLUVIA DE BARRO

Nacida del barro, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Ayer cayó una pequeña lluvia hecha de barro. Venía del desierto, y sabía a oasis. Allá donde daba -sobre las plantas, sobre el capó del coche, sobre el silencio- se quedaba como una señal del África eterna. Como «un orfebre del instante» -Raquel Lanseros-, quedaba el barro grabado allí donde daba, y parecía un diosecillo hecho de terracota, o mejor, miles de ojos de diosecillos que miraran fuera de este mundo, hechos de terracota. Me subyuga el mundo del barro, el mundo del alfarero, que hace del barro obras de arte. U obras que van más allá de la ensoñación, que eso es una obra de arte. Tener un sueño y darle forma, con las manos, sobre un caballete, y que brille. Es la mente del artesano, operando en las manos, inyectándole su conocimiento. Así podrá escribir luego en su obra el autor: «Sófilos me pintó», o «Sófilos me hizo»; Sófilos, el famoso pintor - y artesano- griego. Arcilla en las nubes, Diario, y arte -lluvia de barro- en la tierra (19:39:37).

martes, 16 de agosto de 2016

16 de agosto de 2016. Martes.
EL BLANCO DEL PAPEL

El ojo del papel, sobre la mesa. F: FotVi

-Se me ha oscurecido la mente, no acierto a poner nada en el papel. Miro el blanco del papel y no se me ocurre nada. Es como un ojo grande que me mirara, y, al mirarme tan detenidamente, tan fijamente, tan sin compasión, me asustara. Es un ojo perverso, como airado, que me mira sin pestañear. Me mira y me desarma, tan ciclópeo, tan penetrante, tan vigilante es. Intento escribir sin mirar al papel, pero no puedo; yo sé que, aunque yo no lo mire, él me mira, y me aturde. Escribir sin mirar al enemigo que te acecha, es una temeridad. Tengo miedo de escribir de mí, por si digo algo que no es verdad; y miedo de escribir del prójimo, por si lo ofendo. Y esto, me lo recuerda el papel en blanco cuando voy a ponerme a escribir. Es como si me avisara el papel. El papel me dice: «Cuidado, estás a punto de mentir». O: «Vuélvete y mira en tu interior». Y, mientras revuelvo en mi interior, mientras me asomo al abismo de mí mismo, me tiembla el pulso y dejo de escribir; no puedo seguir. Pero, de pronto, siento que algo indescifrable, algo tozudo, me toca en la mente, y me anima a escribir. Y dejo que el papel me mire, pero digo con Mandela: el coraje no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él, y escribo contra el miedo, contra el papel endiablado, que no deja de asediarme. Porque el papel sobre el que escribes, Diario, es la otra conciencia del escritor, o la única conciencia (19:22:17).

viernes, 12 de agosto de 2016

12 de agosto de 2016. Viernes.
LAS PLANTAS

Flor hablando, en el jardín. F: FotVi

-Miro las plantas del jardín y pienso qué será de ellas cuando yo no esté. Las plantas, que dan vida al jardín, son seres agradecidos, cuando se las cuida. No piden, ni gritan, sólo se mueren en silencio, sin un aspaviento, si se las abandona. Ellas entienden tu lenguaje y los detalles que tienes con ellas, y te lo agradecen floreciendo. Cuando me levanto las miro y les hablo, y ellas me dicen sus cosas, en silencio. Las plantas nunca hablan a quien no entiende su lenguaje. En todo caso, se ruborizan, y callan. O balbucen un silencio, que es su modo de expresarse. Los silencios de las plantas son elocuencia, que deben oírse con humildad y obstinación, y mucha vigilancia. En la noche se ponen velos, y en el día se los quitan, para que las puedas contemplar. Sólo cuando hay luna se atreven, y enseñan un poco su alma, su interior clamoroso. Decía Oscar Wilde: «con la libertad, las flores, los libros y la luna, ¿quién no sería perfectamente feliz?» ¿Quién, no? Y salvo el libro, que hay que comprarlo, y la libertad, que hay que ganársela, las flores y la luna son gratis, con la gratuidad que proporciona la simple atención a su existencia. Saber que están, Diario, y amarlas, hablándoles, que es el modo más atento y respetuoso de cuidarlas (20:49:04).

jueves, 11 de agosto de 2016

11 de agosto de 2016. Jueves.
MIEDOS

Se prepara la tormenta, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi 

-Anoche, me dicen, hubo un ventarrón, como un soplo furibundo de los dioses del viento, los Anemoi griegos. Esta noche ha soplado el Noto, que viene del sur y trae las tormentas y el miedo a lo violento. En la oscuridad de la noche, las tormentas asustan, destrozan el buen ánimo, meten el miedo en los huesos. Son tormentas exteriores que entran en el interior de nosotros y nos aniquilan, o eso pensamos. Recuerdo que de niño las tormentas hacían que me enrollara en mí mismo, como un feto, y despistara así el miedo. El miedo pasaba y no me encontraba. O eso creía yo. Toda la vida no hacemos otra cosa que tratar de despistar a nuestros miedos. Miedo a leer un poema; miedo a no leerlo. Miedo por el día; miedo por la noche. Miedo por el temblar de las estrellas; miedo por el color hueso de la luna. Miedo al qué dirán; miedo a que no hablen de ti, aunque digan cosas. Miedo a los pájaros grandes; miedo a la pequeñez -el bosón de Higgs-. Miedo al hoy; miedo al mañana… Miedos. ¿Son, todo, miedos en la vida? ¿No hay salida? ¿Estamos acorralados de miedos? ¿Nos acechan como ojos vivos detrás de la espesura? Dijo Octavio Paz: «Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo…, del miedo al cambio». O el hacer siempre lo mismo, que diría Albert Einstein. Sin cambio, no hay vida, no hay más allá, no hay naranjo en flor y luego el fruto. El miedo al cambio es la razón por la que se ponen puertas al campo y al manantial de los sueños; o como dice hoy Martín Prieto en un artículo, Diario, «embalsamar el estancamiento» (20:30:45).

lunes, 8 de agosto de 2016

8 de agosto de 2016. Lunes.
ODISEAS BLANCAS

Rosa que arde, en el jardín. F: FotVi

-Candela vive, sonríe, se sorprende, observa, aprende, enseña, vuela al infinito y vuelve llena de mundos nítidos, limpios de telarañas, festivos, que luego nos regala. Candela es real y es ensoñación; es matemática y poesía pura, es ilusión sin mezcla de contrariedad alguna. Mirándola moverse, te entran deseos de volar con ella y subir a un globo e irte de nubes, o de odiseas blancas. Candela es un libro abierto, cuyas hojas lee el viento, y las dice en el árbol y las esquinas y se las llevan los pájaros, para comentarlas cantando. Candela es un libro cerrado, que sólo se deja leer si se siente amada. Candela es laguna, garza, y en ella se originan las puestas de sol más bellas, y sin que la noche las apague. Candela es maceta, donde crece un encendido rosal de rosas rojas que hablan, que callan, que arden. Sólo arden, sin chamuscar, lo que ya es decir. En Candela todo crece, hasta la edad. Cinco años. Candela es ángel y es diablillo, ángel bueno y diablillo revoltoso, sin mezcla de mal alguno o con mezcla de todas las bondades. Candela es lógica, lo blanco es blanco y lo negro, negro, nunca engaña. Candela llora y ríe, esto la hace humana, y entrañable. Candela, ha tirado de matemáticas y me ha ensañado, que si a mil le quitas dos, quedan 998. Sabe contar y leer de corrido, Diario, y, de corrido, vive sin cesar, absolutamente libre (20:22:58).

viernes, 5 de agosto de 2016

5 de agosto de 2016. Viernes.
ESTÁ LA VIDA

Siempre es todavía, en el jardín. F: FotVi

-En España, parece que todo está bloqueado. Bloqueada la política, todo parece no estar o estar en otro sitio. La política es importante, pero no hasta el punto de desquiciar a un país, de sumirlo en una depresión. No todo, en un país, es la política, hay otras cosas que merece la pena resaltar y celebrar. Está la vida -es un ejemplo-: la tuya y la mía, que puedes tocar y sentir, y hacerla vivir en sueños, y no dejarla sumida en el hoyo de la desesperanza. Aunque está la vida de los hospitales, donde se halla postrado el dolor, y, en algunas ocasiones, postrada la ilusión, la luz, la fe. Pero, mientras hay vida, hay mundos que conquistar, cielos que perseguir, imposibles en los que soñar. Dicen que lo dijo en uno de los momentos más difíciles de su vida: «Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol». Como Abraham, Martin Luther King perece creer contra toda esperanza. Abraham, «esperando contra toda esperanza, creyó y fue hecho padre de muchas naciones». Y Antonio Machado: «Hoy es siempre todavía». Hoy, Diario, todavía es mañana (18:32:27).

miércoles, 3 de agosto de 2016

3 de agosto de 2016. Miércoles.
EL NO

No, arriba, sí, abajo, en el jardín. F: FotVi

-Juego a los dados con el no y siempre me sale no. Juego con el no y nunca me sale el sí. Es un modo de perderme en el la oscuridad del no, en su laberinto perverso, en su inanidad inservible. Tú dices no, y ahí, en ese momento, acaba el mundo, se cierran todas las puertas; miras, y al otro lado no hay nada. El no, es un adverbio que mata tristemente el sí, dejándolo tirado en el camino de la inopia. Puedo decir no a una tentación maligna, pero no a la responsabilidad de salir a flote cuando me estoy ahogando. España -oigo decir- se está ahogando, y no hay quien diga un sí para salvarla. Y no llega el sí, y así se eterniza el no, y la agonía del país. Dicen que Napoleón dijo: «Si buscas una mano que te ayude, la encontrarás -con toda seguridad- al final de tu propio brazo». No hay nada como tu propia mano para ayudarte. No esperes que venga otra mano, que no te ama, a socorrerte. El no, puede hacerse de odios, también el sí, pero menos. En todo caso, yo diría como García Márquez: «Dile que sí, aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no». Es verdad que García Márquez hablaba de amor, ¿pero qué es la política, Diario, sino un acto de amor-odio entre adversarios irreconciliables, que se dan la mano y sonríen mientras se miran con total desconfianza? (19:46:24).

lunes, 1 de agosto de 2016

1 de agosto de 2016. Lunes.
AQUELLOS PECES

Pescando, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Hoy el día es más llevadero, lo cogeré de la mano para que me guíe por el buen camino. Como hacía mi padre cuando yo era niño y me llevaba al río a pescar. Me cogía de la mano, y me decía: «Vamos», y yo me aferraba a su mano grande y trabajada, y me dejaba llevar. En la orilla del río, todo era paz, salvo algún sobresalto por el pez que picaba y te comía el cebo sin dejarse coger. Luego volvíamos con la paz ganada en la orilla del río, como un bello trofeo. Los peces pequeños los devolvíamos al agua, para que crecieran y dieran lucha al ir a cogerlos. Mi padre no quería nada sin lucha; él, que hablaba poco, solía decir: «la vida es lucha», y revolvía la colilla de cigarro en la boca, y me miraba un instante, desde arriba, como una torre, y seguíamos andando. Él era la torre, yo el silencio que lo acompañaba. Dijo una vez Octavio Paz: «Yo era niño / y el jardín se parecía a mi abuelo». El río, Diario, se parecía a mi padre, por él subían todos los peces, miraban el cebo, y pasaban de largo, y nosotros allí, en la paz del río, esperando la lucha con aquellos peces, que no llegaba, pues todo era paz (20:12:53).