domingo, 28 de agosto de 2016

28 de agosto de 2016. Domingo.
LA NADA

La nada iluminada, acuarela de Zacarías Cerezo.

-Hoy voy a escribir del dolor; o, mejor, voy a escribir de la nada. El dolor y la nada se complementan. Escribir de la nada es no decir nada, es como quedarte cogido de la brocha en la pared. Es poner a la nada como protagonista del caos. Empieza el Génesis su relato del comienzo del mundo así: «La tierra era caos y confusión». O sea, la tierra era nada, no había por dónde cogerla; como una pastilla de jabón, se escapaba de las manos. Hasta que vino la Luz e iluminó el caos, y lo hizo vibrar, lo hizo sonrojarse, lo hizo lucir, o el caos teniendo colores; la tierra toda, hasta entonces, era oscuridad, era nada, no tenía nombre. ¿Y de dónde nos vendrá ahora la luz que no agite, que nos conmueva, que nos ponga en el camino de la liberación? Dijo Samuel Beckett: «Al no tener otra alternativa, el sol brilló sobre lo nada nuevo». Lo nada nuevo, o sobre lo que aún no es, o sobre lo que apenas es, o sobre lo que empieza a ser. O como dijo Einstein, Diario: «como no sabía que era imposible, lo hice», y le salió la teoría de la relatividad (20:23:19).

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