viernes, 14 de octubre de 2016

14 de octubre de 2016. Viernes.
BOB DYLAN

Bob Dylan, en su pensamiento. F: Google.

-Tras la lluvia, un premio Nobel, el de Bob Dylan. En todo caso, un premio Nobel sorpresivo, increíble. Bob Dylan no hace literatura, pero canta literatura, dicen. O, en todo caso, se canta a sí mismo en su literatura. Sus canciones son rock y trascendencia, dicen, o humilde trascendencia, como la del salmo o la de la mano que alarga un mendigo para pedir una limosna. El mendigo, con la mano alargada, dice cosas, cosas tremendas, como por favor dame una limosna. Sin decir una palabra, pide una limosna. Así es Bob Dylan, sin decir una palabra literaria, culta, innecesaria quizá (toda literatura es innecesaria, pero da alas al espíritu) y con sólo alargar su guitarra, y hacerla sonar, ha dado en el clavo del premio Nobel. Un premio Nobel de literatura a una guitarra aterradoramente rock, a un pensamiento intensamente rock, a unos dedos que lloran y claman rock, a un alma que, cuando canta, entona rock, como un salmo que rompiera todos sus cristales en el padre Dios. Yo no creo que Bob Dylan haga literatura, hace un rock excelso, con letras aterradoras. Ejemplo: «Haz el bien sin mirar a quién, / mientras los ojos del ídolo con cabeza de metal brillan. / Barcos lejanos navegando en la niebla, naciste con una serpiente en los puños, / mientras soplaba la tempestad. / La libertad te espera en la esquina / y, para qué, si la verdad está tan lejos». Diario, una canción bellamente corrosiva, ácida, sublime, quizá (18:26:45).

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