viernes, 23 de diciembre de 2016

23 de diciembre de 2016. Viernes.
SIN ASIDEROS

Bebiendo azul, desde la Trapería. Murcia. F: FotVi

-Salgo a andar y lo hago por una alfombra roja que, desde la plaza de la Catedral, te lleva hasta la Trapería, calle principal de Murcia. Pudiendo ir por fuera, lo hago por donde ella me señala, que es guía para tiendas, cafeterías, y miradas. Salir a pasear sin otra intención que sentir los pies y dejar que los ojos miren, y vean, y escuchen, y sientan, es, en Navidad, un regalo del latido que es la ciudad. La ciudad latiendo y yo oyéndola latir, como cuando te pones un pájaro al oído. Hace fresco y la gente anda un tanto envarada, metida en sus adentros; como si fueran sólo pensamiento, o intimidad que corre. O calor interior: donde el alma. Veo a un pobre, le doy una moneda, y me sonríe; al instante queda en su meditación, en su templo íntimo, quizá pensando en sus cosas, o en las cosas del mundo, que tan herido anda. Veo a un perro que jadea, con la boca cerca del suelo, y a una señora mayor que, tras unos pocos pasos, respira hondo -ahogo- y sigue. Y a contraluz, veo la torre de la Catedral, subiendo, yéndose de sí misma, y, en la cortada que hace, dando con los nudillos en el azul, hiriéndolo, bebiendo azul; y veo a la gente atareada en correr, en ir de prisa. Veo humear el café en las mesas de las cafeterías. Y veo la paz; la paz, Diario, que falta en otras partes: tan martirizadas, tan sin asideros, tan terriblemente silenciosas a pesar de los atentados y las bombas (19:07:14).

2 comentarios:

  1. Yo paseo solitario husmeando como un sabueso sin amo, a mis anchas. De mis soledades vengo y a mis soledades voy. Los bancos del parque están ocupados, las cigarras agitan con frenesí sus élitros anunciando que la calina va para rato. Los canes son cada día más desobedientes, como los mozalbetes de hoy. No hay saludos, nadie te mira al cruzarse. Deshumanización.

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    1. José María, no vi tu comentario, ahora que me doy cuenta, salgo a tu encuentro para decirte la belleza que encierra y cómo el caminar enseña que dar pasos es educativo: ves, oyes, te enteras de lo que es y por lo que suspira el mundo y sus gentes, y vives y convives, y así se hace más humano este mundo tan extraño, y que tanta soledad trasmite. Un abrazo.

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