domingo, 4 de diciembre de 2016

4 de diciembre de 2016. Domingo.
UNA LÁGRIMA OCULTA

Siempre hay vida, en el jardín. F: FotVi

-Un minuto de silencio, y el silencio honra, dice, clama, encauza sentimientos. Se hacen minutos de silencio para que en ellos quepa la desgracia, el revés, el cáliz que se bebe en la adversidad. ¡Cómo suena un minuto de silencio, qué grito tan desgarrador es! Oír el silencio en un estadio de fútbol o en una concentración numerosa, sacude, sobrecoge, aturde. En un minuto de silencio, se oye sobre todo tu interior, oyes a tu alma dar voces dentro de ti, es zarandeado tu corazón. Zumba la abeja de tu conciencia, se abre a la oración o a la contemplación, e insistes en un llanto íntimo que no aflora hacia afuera. Un minuto de silencio por los atentados de París o de Niza, de Bruselas, del equipo de fútbol del Chapecoense, por cualquier causa y en cualquier lugar del mundo, y el detonante siempre es la muerte. La muerte, que ocurre cada día, conmueve más, sin embargo, si es en racimo. Y yo me pregunto: ¿es el número o la muerte lo que nos conmueve? ¿O la cercanía? ¿O el pensar que me podía haber tocado a mí? Entonces, Diario, pido un minuto de silencio por el mundo que se nos muere, sin ruidos, calladamente, o con el ruido terrible de la guerra, del accidente, y que aún sigue viviendo en ese silencio recogido, apartado, que hacemos para lamentarnos de la otra muerte, la ajena, celebrando, al tiempo, que aún existimos, que aún tenemos una lágrima oculta que dar, y la damos, en silencio, postrados (18:38:12).

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