jueves, 6 de abril de 2017

6 de abril de 2017. Jueves.
PREGÓN

Con la arena, robando el agua al Mar Menor. F: FotVi

-El domingo viajé de copiloto -y de cháchara amable- con Alfonso Pérez a San Pedro del Pinatar. Había concelebrado misa con mis compañeros de ancianidad e iba dispuesto a oír el Pregón de Semana Santa. Con Mari Carmen Pérez en el ambón. Y lo oí, atentamente, aunque con algún momento de distracción; siempre me sucede cuando escucho hablar a alguien más de veinte minutos. Y este duró una hora. Creo. Confieso que me distraje, y pensé entonces en los cerezos en flor del valle del Jerte y en las amapolas que, como puntos seguidos, alegran los trigales, quitándoles, con el rojo de su atuendo, la hermosa monotonía del amarillo. Con la brisa, doblan, a la vez, su cabeza trigo y amapolas. Como una reverencia a su propia belleza. De pronto oigo un gran aplauso: ha finalizado el pregón, y llegan los parabienes. También el mío, y rubricado con un beso. No me desagradó lo que oí: recuerdos, vivencias, emociones, desde la niñez, y todo motivado por una fe, quizá no teológica, pero sí llena de luz sencilla y un sentimiento de disponibilidad que abrillanta cualquier acción, aun la de la misma fe. Luego comimos: sin discursos. Y contemplé el Mar Menor, sus arenales y salinas, y -tristemente- los primeros bañistas, echados como morsas en la arena artificial. Este mar menor que crea belleza, no es, sin embargo, productor de arena, hay que echársela y sin hartura, con avaricia malsana; algún día, Diario, lo pagaremos (19:27:06).

2 comentarios:

  1. En esta época de sermones, anticipo de la Semana Santa, el pueblo de Dios en marcha acude con expectación al templo para ver cómo el pregonero desempeña su cometido. No dudo de la sana intención que les conduce para transmitir fervor a los parroquianos. He asistido a varios sermones a lo largo de mi vida y algunos me han llegado muy adentro. Sin embargo, el último que he presenciado, por muy ferviente y encomiable que pudo mostrarse el pregonero, me supo a representación teatral por la parafernalia de tipo mitin, la iteración de conceptos,lo prolijo de la exposición y la excesiva temporalidad que ocupó. No quiero pecar de crítico, pero no salí tan contento como la mayoría de los concurrentes. Lo siento. Saludos y abrazos, Vicente.

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    1. Estoy contigo, José María, a veces hay que bajar a la hermosa sencillez y, sin teatro, sin granes aspavientos, decir las cosas que tienes que decir y, cuando las has dicho, retirarte y oír los aplausos desde la distancia de la discreción, pues no siempre esos aplausos son sinceros ni espontáneos, sino resultado del protocolo y el rito. A mí me pasa que, cuando alguien se excede del tiempo que estoy capacitado para oír, involontariamente desconecto y me voy a picotear en otras cosas. Lo siento, pero es así. Coincidimos en muchas cosas, José María. Abrazos.

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