jueves, 15 de junio de 2017

15 de junio de 2017. Jueves.
LUCIÉRNAGA, ILUMINANDO

¡Qué claridad!, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Farsa, paso, sainete, pieza, bufonada, mojiganga, simulación, artificio…, y podría seguir. Y si hay farsa, existe el farsante. O el que engaña o finge sentir lo que no siente, o se hace pasar por lo que no es. Es decir, un equilibrista entre lo falso y lo real. Y ser equilibrista es estar entre el viento y la caída, entre la gloria y el vuelo, el vuelo fatal. Se puede estar sin ser y se puede ser sin estar. Sobre todo en los medios. En la farsa se exagera el lenguaje, la vestimenta, y las situaciones acaban a estacazos de mentira, con la venia del público, que ríe. Leo: «A diferencia de la comedia, la farsa no siempre moverá a la risa, pero siempre conmoverá (impresionará) la vergüenza del espectador». La farsa incita a pensar (razonar) y a la duda, y luego a reír o a llorar. Yo, el martes, en el Congreso de los Diputados, vi la representación de una farsa con visos de mojiganga o simulación. Como en los cristobicas, no faltó la cachiporra verbal y el garrote gestual. Las palabras echaban chistas y los ojos se vencían hacia el sueño, en la bancada amodorrada. Y ahí estaban, Iglesias, Irene, Rajoy, Rivera, Ábalos y otros personajes menores, con aire de seriedad, representando el chiste, que se convierte en perorata indigerible, tórrida, pero con sueldo, y conteniéndose la risa, no vaya a ser que se le vea el diente de oro y se descubra el artificio de la farsa, o el desdén de la broma. Ah, Diario, yo solo salí de mi letargo cuando una tal Oramas se saltó el guion y dijo cosas inesperadas y sabias y voló por el hemiciclo como una mariposa liberada o una luciérnaga iluminando. ¡Ah, qué claridad! (12:01:54).

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