jueves, 24 de mayo de 2018

24 de mayo de 2018. Jueves.
INSÓLITO CASO

Una luz, en Tallín. Estonia. F: J. Giner

-Abro los ojos, veo la luz, me asombro, rezo, leo la prensa. Y me abate la vulgaridad, la monotonía convulsiva de lo que veo y leo. La prensa es un bostezo que, a veces, se repite, un eructo, pero que hay que leer, aunque, en ocasiones, haya que hacerlo tapándose las narices. Entre los plumillas anda lo de Cataluña, con Torra tocando el violín de la xenofobia y dándole con el violoncelo al Gobierno: qué vocación musical la suya. Con solo las suyas, toca el piano a cuatro manos: es un virtuoso. Y lo de Zaplana, con más arrugas en el rostro -más viejo- y sin presunción de inocencia que lo proteja. Ya está condenado por el telediario y la cohorte de periodistas que alimenta día a día las necesidades de noticias, con morbo, del personal de a pie. Es como decir: «Zaplana, ha llegado tu hora», y ahí está: sin juicio aún, pero colgado de la soga de la jacobina y celebrada escabechina popular. Y el insólito caso del ciudadano -Santiago- que denuncia -señala con el dedo de la acusación- al total de los diputados del Congreso: «por no frenar la caída de la natalidad en nuestro país». «Pido, no, exijo a los diputados que busquen soluciones eficaces para aumentar la natalidad de modo urgente». Así, sin cortarse, con las tijeras de podar por delante; sin eufemismos ni disimulos, a las claras. O entráis por el aro de la responsabilidad -viene a decir-, o intento romper la baraja. Lo peor, Diario, es que no le harán caso; es más, habrá alguno que, sin estudiar la cuestión, ladre progresismo y cuestione, la cuestión, del denunciante (18:37:02).

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