12 de agosto de 2025. Martes.
UN CAMPO DE
AMAPOLAS SECAS
-Viene el día, me da en
los ojos y despierto. Y, de inmediato, el violonchelo de la plegaria llega a mi
boca y se hace alabanza y contemplación: el alma se eleva. Sonrío y mis labios
se convierten en un aleteo espiritual de mariposas. Toda invocación a Dios, se hace ascensión y levedad que vuela,
que alcanza el infinito. Un creyente que no reza es como un río sin agua o un
fuego sin ardor: una orquesta sin instrumentos. Imaginemos cincuenta músicos
dispuestos a dar un concierto y sin ni siquiera una lengüeta de clarinete que
echarse a la boca. Un día sin rezos es, Diario, como un campo de amapolas
secas, en el que solo crecen las malas hierbas, sin topos que aireen la tierra, sin la bendición de Dios.