16 de septiembre de 2014. Martes.
AUTOESTIMA
Pequeña verdad, en el jardín. F: FotVi |
-No lo vi nunca diciendo verdades, pero sí mentiras conclusas, obvias,
letales, e inconclusas, o mentiras que se debatían entre la verdad y la
mentira, borrosas, como un paisaje entre nieblas, indescifrable, mentiras
capciosas, o la mentira que no lo parece pero lo es. Se dicen verdades o
mentiras a medias, para que, como la botella medio ocupada por un líquido,
pueda verse o medio llena o medio vacía, según se trate de una visión risueña o
taciturna de la vida. Decir mentiras o verdades a medias es enfermedad
frecuente en ciertos colectivos, como el de los políticos; en otros, es menos
frecuente, pero también se da, hasta en el colectivo de los eclesiásticos. Es
lo del vómito de los tibios -ni frío ni caliente- a que se refería Jesús de
Nazaret en el asunto de la fe. De entre los políticos que he conocido en la
democracia, Zapatero (el ZP de la sonrisa siniestra) ha sido el que más
mentiras y medias verdades ha dicho; es mi particular opinión. Le sigue el «no
se sabe si sube o baja» Rajoy, el que «donde dije digo, digo Diego», o el
mentiroso tras la excusa del «me lo dejaron tan mal…» Sin embargo, durante su
tiempo de orgía presidencial, ZP una vez dijo una verdad: la derecha, vino a
decir, veta y vota en contra todas las leyes que el PSOE trae al Parlamento (se
trataba en este caso de la Ley del Aborto, o la Ley del Derecho a matar de las
madres, una de tantas leyes de ingeniería social que se aprobaron en su día),
pero cuando llega al poder, las absuelve y las acepta sin quitar ni poner coma,
así son de coherentes. En este caso ZP dijo verdad y Rajoy añadió al cúmulo o
tropel de sus mentiras, una más. La reforma de Ley del Aborto del PP no se llevará a cabo en
esta legislatura; es decir, se la dejará estar: les quitaría votos, dicen. No
importan las vidas, si, segarlas, da votos. Acertó ZP, oráculo de la verdad, en
este caso. Siempre que puede, o lo dejan los votos, el político, de ordinario,
es mentiroso convulsivo, y reincidente. Y lo peor es que me mienten con mi
aquiescencia, con mi voto les digo que sí, seguid engañándome; salvo esta vez,
Diario, que, cuando llegue la ocasión, me ahorraré el voto y me lo gastaré… en
autoestima (12:31:30).
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