24 de mayo de 2024. Viernes.
YO SÉ QUE EL AGUA HABLA
YO SÉ QUE EL AGUA HABLA
Con flores a María. Virgen del Carmen, S, Pedro del Pinatar. Murcia. |
-Todos los días hago 20 minutos de bicicleta, en el gimnasio. Mientras, tras la ventana, contemplo el jardín, que unas veces se viste de paisaje –olivos, rosales, vuelo de palomas, mirlos, agua en la fuente– y siempre de luz y sombras, según salga o se nuble el sol. Es decir, se viste de poesía. El agua me fascina, su lenguaje y sus arabescos, ininteligibles para el ser humano. Yo sé que el agua habla, solo que, como los jeroglíficos del antiguo Egipto, no ha habido quien descifre su lenguaje. Y en tanto le doy a los pedales, pienso: «Dios y la creación», y, absorto, me maravillo, casi con lágrimas. Y me acojo a lo que dijo Juan Valera, autor de la célebre novela Pepita Jiménez: «El universo con toda su grandeza y toda su hermosura es un caos para el hombre sin fe». La fe –y Dios en su centro– me da alas, y con ella, Diario, vuelo hasta casi tocar el más allá, la Trascendencia.