lunes, 4 de julio de 2016

4 de julio de 2016. Lunes.
SE ME ENCOGE EL ALMA

Insiste el gris, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Suele decirse: se me encoge el alma. Cuando ocurre algo inmensamente desagradable y pavoroso, tremendo, suele decirse: se me encoge el alma. Los últimos atentados del Estado Islámico encogen el alma. Es como si algo dentro de ti se rompiera, se hiciera añicos. Se desgarra aquello que te ha hecho vivir confiadamente, creyendo que el hombre era bueno, humano, no un ángel, pero tampoco un monstruo. En un instante, 213 muertos, y todo se desploma en tu interior, no hay cabida para tanto dolor. En Bagdad, en una noche de fiesta, ha aparecido la muerte y se ha cobrado unas vidas que intentaban ser felices, o al menos no sentirse desgraciadas. El terror siempre te coge desprevenido, y te deja sin salidas, te preguntas y no hallas respuestas. Esta vez han sido suníes contra chiítas, hermanos en la fe, pero, por lo visto, no en los sentimientos. No se aman; se odian, y a muerte. Tanto, que ponen bombas para que ocurra la muerte, como un acontecimiento celeste. Ambos matan y mueren por la misma causa: hallar un día un cielo donde poder alcanzar la felicidad eterna, perdiendo, claro, la felicidad de la tierra. Ida Vítale, poeta uruguaya, dice en un hermoso verso: «Sólo tendremos lo que hayamos dado», también, Diario, en el islamismo (21:18:30).

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