domingo, 10 de julio de 2016

10 de julio de 2016. Domingo.
CON LUZ

Mirándose en el espejo, en el jardín. F: FotVi

-Miro al cielo y pienso lo viejo que es Dios. Desde siempre, Dios ahí, sin moverse. Como un monolito de amor, de ciencia, de sabiduría, una incógnita de luz. Él inventó la luz, y la luz es su signo. Que brille sobre mí la luz de tu rostro, se le suele pedir en un salmo. Así, con esa oscuridad, con esa urgencia de desvalimiento del que pide. Dios viejo, Dios anciano. Y, sin embargo, a esta ancianidad venerable, se le pide la luz. ¿La vejez con luz? ¿La ancianidad iluminando? Se me hace difícil entender, en este tiempo del «descarte», que sea así. Se descarta a Dios y se descarta a la ancianidad. Y no existe más que afán de juventud; o un afán de perdurar en el tiempo, en mocedad perenne. Sin conseguirlo. Al fin, todos caemos en la trampa infernal del tiempo, que nos descubren los espejos. Ya decía Jorge Luis Borges: «Estoy solo y no hay nadie en el espejo». Es inquietante estar solo y que no haya nadie en el espejo. Pasar por delante del espejo y que no te capte, que no te llame. Que te ignore. Y, sin embargo, sigo mirándome, sin verme. A así, de tanto mirarme y no verme, llego a la vejez; y ya hay quien me deja en el camino, descartado, como a Dios, pero existiendo, estando; aunque viejo, Diario, estando, y con luz en el alma, para darla (19:54:05).

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