14 de julio de 2016. Jueves.
LLORA EL VERANO
Sol y su esplendor, en el jardín. F: FotVi |
-Ayer el día se vistió de suavidad, hizo menos calor. Al
caer la tarde, lloviznó, y, por unos momentos, se rompió el verano. Como una
botella de cristal. Que llovizne en verano es ponerle lágrimas al calor, un
poco de ternura en el ambiente. Llora el verano, decía mi madre. Recuerdo mis veranos
en Molina, donde ardían hasta las piedras. Salíamos de casa cuando ya no había
sol, sino penumbra en la calle. La penumbra rebajaba un tanto el calor, era la
vestimenta suave del verano. En las puertas de las casas se sentaban los
vecinos, apoltronadas las sillas en la pared, y hablaban, y se decían sus
cosas. Cosas hermosas y terribles, cuentos que parecían tener un esquina
diabólica, o un final feliz. Como aquel de la casa en la que de noche se oían
voces y se movían los muebles como culebrinas celestes. Yo miraba, los ojos
abiertos, sin decir nada, y tragando saliva. Muriéndome de miedo. Hasta que me
dormía. Como me duermen ahora los políticos, tan sin fuste y tan anodinos. Tan sin
originalidad, tan repetitivos. «Tócala, Sam», con Humphrey Bogar como oficiante
de esta representación tan abyecta e inútil en la que nos han metido líderes
sin liderazgo, Diario, llamados políticos, y que no nos ofrecen más que dilación
y terribles palabras vacías, llenas de frío, sin resultados (18:28:49).
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