23 de octubre de 2025. Jueves.
NI UN PELO DE TONTO
NI UN PELO DE TONTO
-Ir a la barbería, me
recuerda a la oveja que envían al esquilador. Le quitan la lana y la dejan
temblando, de desnudez. La oveja esquilada bala, como un lamento; el ser
humano, rapado, sonríe: le han quitado un peso de encima. Y seguramente le han
dejado sin un pelo de tonto, lo que siempre es un alivio. Cuando se dice de
alguien que no tiene un pelo de tonto, se está haciendo alabanza, aunque se vista
de pobre, de su inteligencia. Y es que la clave del conocimiento no está en el
traje que te ha hecho el sastre a tu medida, sino en la mente, donde viven y
bullen las bellas ideas. Recuerdo haber oído a un director espiritual decir que
considerarse poseedor de un pelo de tonto es signo de humildad, y yo, cuando
voy al barbero, le suelo decir: «Déjeme, por lo menos, un pelo de tonto»,
ríe el barbero, río yo, y salgo ufano y agradecido de la barbería, en la que
estuve ayer.
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