6 de enero de 2016. Miércoles.
ASCENDER A LA
NIÑEZ
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Juguete con vida, en el jardín. F: FotVi |
-Día de Reyes, y la
ilusión se hizo alegría y asombro. Y tacto: tocar, acariciar los regalos de los
Magos con los ojos y las manos. Y con los sueños; en los regalos de Reyes se
tocan los sueños, donde se asciende a la niñez, para en ella rozar la inocencia
y purificarse así de la mayoría de edad, tan prosaica a veces, tan poco dada a
la humildad de lo poético, del oro y el incienso y la mirra de la sencillez. Primero,
ver, para llenar el asombro de contenido (ver para creer); y luego, tocar, para
cerciorarse de que de ilusión también se vive, o de fe ilusionada, o de los restos
de luz que alguna estrella pueda haber olvidado en su camino de punto luciente en
el firmamento. A las estrellas se les cae alguna vez la luz, en la noche, sólo
hay que saber verla y, con cuidado de nido, recogerla. Yo de niño creía en los
Reyes Magos, y ahora más. Oye, niño, ¿tú crees en los Reyes Magos?, y a mis muchos
años digo que sí, para que mi niño conmovido haga andar a mi vejez agónica, fatigada,
sin pájaros ya que ardan, y vuelen. ¿Alguien que no creyera en los Reyes Magos podría
haber escrito:
«No fue un sueño, lo vi: la nieve ardía»?
(Ángel González).
¿O: «Anoche un fresno
a punto de decirme
algo -callóse»? (Octavio Paz).
¿O: «Soledad -jardín
con un solo árbol»? (Adonis).
Creo en los Reyes Magos
por delicadeza espiritual conmigo mismo, por no dejarme la niñez allá donde ya
no soy más que persona mayor, terriblemente mayor, pavorosamente indefenso; no
por hacerme como niño, sino por no dejar de serlo, y así poder crear alguna vez,
Diario, algún verso como éstos; algún verso, o algún acto angelical de niño, como
darle vida a un juguete y creer que juegas a ser Dios, poniendo vida en las
cosas, es decir, amándolas, es decir, recreándolas (19:55:49).