22 de diciembre de 2015. Martes.
BAILE DE LOS NÚMEROS
DE LA SUERTE
Trinidad, el Greco. Museo del Prado. Madrid. |
-Martes y 22, y el
redondo y metálico rumor de los bombos de la Lotería (con mayúscula, como un
dios menor laico y dadivoso) moviéndose (y conmoviéndonos). Y todo a causa del baile
de los números de la suerte -dicen- en su interior. O en el frágil hilo de la
suerte, el baile de los números, en su interior. Al final, casi todo es matemática,
tanto la vida del universo como la gobernación de un país. Hasta el Dios teológico
es uno y trino; matemática misteriosa y familiar esta, y amorosa y bella, además,
por salvadora. Por lo que de entre toda matemática, aun la cuántica, me quedo con
la teológica, es la razón por la que juego a la fe y no a la lotería. Ser uno y
tres, o tres en uno, es un misterio inteligible, si se busca lo que es el amor
en Dios. Hay tres personas y un sol Dios; es decir, tres Amantes y un solo Amor.
Razón por la que de un tiempo a esta parte, me satisface y apasiona más amar al
Amor que al dinero. Buscar amar al Amor, me da paz y me hace más solidario. Lo
otro me inquieta. Amar al Amor invita a la piedad; amar al dinero es excitación
hacia el egoísmo. Decía Roberto Arlt, escritor argentino, que él creía que a
todos nosotros nos había tocado la horrible misión «de asistir al crepúsculo de
la piedad». A un servidor, las matemáticas de la ruleta de la suerte de la
lotería me turban, me dan miedo, no así las matemáticas (Tres en Uno) del
misterio de Dios. ¿Y todo esto por qué? Pues por hacerte saber, Diario, que
hace un tiempo, largo y feliz, en el que paso de la lotería, no le echo, y siempre
gano, aunque sólo sea el reintegro de la paz, interior (19:21:38).
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