6 de abril de 2024. Sábado.
-Todos los sábados debieran ser luz azul, ya que todo sábado es de María, la Virgen azul, pura y humilde. Este sábado, sin embargo, amanece vestido de barro, pesado. El color azul es signo de humildad. Y tan humilde es ella, que se proclamó esclava del Señor. Ella, que llevó a Jesús en su seno se hace sumisa seguidora de Jesús. «He aquí la esclava del Señor», clama María en el canto del Magníficat, en la visitación a su prima San Isabel. María se hace grande en la humildad. Decía San Agustín que la humildad es un estilo de vida. Lo que parece descenso en la humildad de María se hace escala hacia el cielo. María es la casa de la humildad en la que Jesús nace, crece y se prepara para el gran silencio y humillación de la Cruz, en la que redime de su soberbia al mundo. Todo pecado, Diario, es una acto de soberbia ante Dios, que su Hijo remedia en la cruz –con María, a sus pies–, sangrando.