-Se me ha ido el primer trimestre
del año como el que se fuma un cigarrillo o hace pompas de jabón: instantes de
sabor y luz, de lectura y escritos, de rezar y dar gracias, de ser persona y
tratar de acertar con el papel que Dios me designara cuando, todavía en el
vientre de mi madre, me eligió para ser su servidor y discípulo, su admirador, y
entender que en Él estoy salvado. Empiezo pues una nueva etapa, un nuevo
trimestre. Es un modo novedoso de medir mi vida, de quererla tal como Dios me
la ha encarado que la viva. Entretanto, el viernes vi los vencejos hacer
cabriolas por el cielo abierto, vinieron de Suráfrica y tomaron posesión del
sur de la península Ibérica, poniendo sus alas de alegría en los aleluyas del
viento, y en su hermoso piar de peregrinos de paz y cercanía. Maravilloso el
Vía Crucis del Papa de viernes santo, Diario, en el que expuso, ante el dolor
de Jesús, los dolores de su Cuerpo místico, de la Iglesia, del mundo. Jesús
sufre; el mundo sufre y, en el sufrimiento de Jesús, el mundo se ve salvado.
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