viernes, 30 de enero de 2015


30 de enero de 2015. Viernes.
CÓMO ME DUERMEN LOS CUENTOS
 
Qué cosa, en mi cabeza a pájaros. F: FotVi
 
-Ya, mejor; un repunte de pájaros (cervicales) en la cabeza anoche, pero mejor. Hoy, con las pastillitas que me dio la médica pitonisa, trataré de arrojar a volar de mi cabeza a esos pájaros que me han hecho ver planetas girando en derredor mío, cuando sólo eran cosas usuales y cotidianas de casa. Hoy, pues, mejor, pero con cautela. Mañana, ya veremos; espero que bien, por mí y por las molestias que estoy causando a los amigos. ¿Y al otro lado de mi vértigo? Dramas económicos y guerreros, y turbulencias de todo jaez o pelaje en la política y en la vida del día a día de cada persona. En política, han empezado a temblar las tripas de las democracias, se alteran las simas de sus intestinos, dudan, crujen en sus cimientos: el personal, el sencillo, el currante, el pagano (de pagar; es decir, del pagano, aunque creyente), se está hartando de tanta verborrea o retahíla mentirosa y del sufrimiento a que diariamente le condenan pícaros y alguaciles, avispados en la liturgia del engaño y de llenar su bolsa. Lleno la bolsa, dicen, y salgo corriendo, hacia el paraíso fiscal más rentable. Y un cuento: Una vez había un Gürtel azul, que se llevaba el dinero; otra vez había una saga pilla de apellido Puyol, que hacía lo mismo; otra, un tinglado sindical y rojo denominado ERES, que no dejaba ni la calderilla para el pobre; otra, unos tipos con tarjetas negras que blanqueaban el dinero y, una vez blanco, se lo llevan crudo; otra, una marca nueva que, asegurando traernos la salvación, comenzaba su andadura pública metiendo la mano en la bolsa, al modo como lo hacían aquéllos a los que juzgaba. ¡Salvarnos! ¿De qué? Ah, Diario, el cuento de nunca acabar, el de aquél que habiendo ido a cierto asunto mayor, se lo llevó el viento, y al haber ido a otro menor, se lo acabó de llevar. ¡Ay, cómo me duermen los cuentos! Pero más el de una niña encantadora (cuatro años) que «en mi mundo -dice ella-, la Luna habla». Cuento este, sí, para oír… e irse… a soñar (21:24:55).

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