5 de enero de 2015. Lunes.
PERO
SI SON MAGOS
Vieron una luz, en el cielo. F:FotVi |
-Creo en los Reyes (pero si son Magos). Creo tanto en ellos que me gusta
hacerme niño (o ser niño) para creer más. No me gustan los reyes de dame pan y
dime tonto; o de viajar en una nube para no pisar la tierra. En general, no me
gusta el Poder (secreto: aunque sea mitrado). Me gustan las coronas, si se
ostentan desde una cruz; es decir, desde el servicio y el amor. (¡Qué cosas
dices -me digo-: suenan a demagogia! Pero son verdad, por eso las digo -me
respondo-, aunque parezca que suenan a andrajo demagógico, u oficioso). Realeza
coronada de amor, pues; es decir, de espinas. Y, sin abandonar la cruz, echarse
a andar y tocar las llagas del dolor desde la misma llaga. Ser llaga y, desde
su interior de pus y miedo, de crudeza y repugnancia, tratar de curarla. Rey,
para curar heridas de clavos, de abandonos. Y porque creo en los Reyes Magos,
les escribo mi carta, todos los años; y, en ella, les pido (y le doy) cosas. Este
año, entre otras cosas, le he pedido ser cada vez más niño y creer más en las
utopías; no en brujos y en oráculos (aunque sean de Delfos), ni en pachangas
políticas ni discursos de época (navideños); este año les he pedido la utopía de
que se cumpla por lo menos uno de los ensueños proféticos de Isaías; o sea: que
de las espadas se forjen arados, de las lanzas, podaderas, que no haya pueblos
que alcen sus espadas contra otros pueblos y que no se adiestren ya más para la
guerra. Y, a cambio, les he dado mi admiración y mi deseo de seguirlos, de ir
en su séquito. Entre tanta cabalgata-Disneylandia y desfiles-Carnaval, prefiero,
Diario, a unos Magos que se arrodillen ante la sencilla claridad de un Niño y
le ofrezcan (pues de fuego se trata) lo que más suele arder y brillar, su amor (19:40:55)
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