1 de enero de 2015. Jueves.
NOCHE
PARTIDA
Frágil novedad, en el jardín. F: FotVi |
-Me asusta el paso del tiempo, como la tormenta al pájaro. Siempre, en
el paso de un día a otro, hay una noche, como de un año a otro. Nunca se pasa
del día al día, ni del sol al sol; de por medio, siempre hay una noche, que hay
que pasar, como el que pasa un charco, de piedra en piedra, hasta dar con el
otro lado: que es el otro día o la muerte misma. Ayer fue fin de año, que
terminó en la noche; hasta que llegó el nuevo año: también nacido de la noche. Anoche,
pues, fue una noche partida en dos: media noche fue vieja, quejosa, desdentada,
crecida la espalda; la otra, dicen, fue nueva, con luces, pero de artificio, y
lances de cava, que son burbujas, y promesas, que apenas se cumplen. Un año, el
ido, para olvidar; y el nuevo, para ilusionar, quizá. Eso, sí, siguiendo la fórmula
que Dios -con sabiduría de Dios- dio a Moisés: «Di a Aarón y a sus hijos: Esta
es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas: El Señor te bendiga y te
proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor». Y yo, Diario, añadiría:
su favor, en el día y en la noche, y en el intermedio: el sueño (20:15:35).
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