27 de julio de 2015. Lunes.
LOS ABUELOS,
AY
Belleza de lo viejo, en Segesta. Sicilia. Año 1970. F: FotVi |
-Ayer, día de los abuelos, una familia miró y dijo: «Me falta un abuelo
a la mesa. ¿Dónde está el abuelo?» Hasta que alguien cayó y dijo: «Está en la
residencia», y: «¡Ah, qué susto! -Exclamó- ¡Creía que lo habíamos perdido!». Y
siguió paseando el perro, que levantó la pata, meó sobre una mata de espliego y
pervirtió su aroma. Hay días en los que se celebra la hipocresía y éste es uno
de ellos. Día de los abuelos. Hipocresía, o fingimiento. A la vejez se la
despoja de su decoro y se la esconde en residencias con horario y psiquiatra, y
ejercicios de yoga para despertar las ansias dormidas. Un pito, una señorita
con sudadera, y los viejos que dan saltitos y hacen monadas con los brazos, riéndose
mucho. Y la pregunta obligada: «¡Estás bien?» «Sí, hijo, estoy bien; pero os
echo tanto de menos…» Y el perrito que tira de la cuerda: «Amo, vámonos». Esta
vez no se hace (en el espliego) porque le sale la decencia, animal. «Bueno (¿padre,
madre?), hasta pronto.» Y los niños que se desenredan del abuelo (abuela), al
que dan muchos besos, dejándole alguna lágrima en la mejilla, gota de vida para
ellos, quizá; besos y lágrima que acercan la ancianidad a la niñez, hasta el
extremo de casi tocarse. ¡Los abuelos, ay! Según el papa Francisco, Diario: abuelo
es igual (en más de un caso, dice) a objeto de desecho. ¿A que, no? ¿O, sí? (19:37:15).
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