13 de diciembre de 2015. Domingo.
HUÉSPEDES, O EL
CAMBIO CLIMÁTICO
Insinuación lunar, desde el jardín. F: FotVi |
-Este atardecer, mientras
rezaba, he mirado a lo alto y he visto la quebradiza insinuación o apunte de Luna
nueva que había en el cielo. Apenas una herida o pequeño labio rosa abriéndose en
el inmenso azul. Y me he dicho: fragilidad. Luego, pensando en la Tierra y en
el acuerdo habido en París contra el cambio climático, me ha venido a la mente
la frase de Bárbara Ward, economista y escritora: «Nos hemos olvidado de ser
buenos huéspedes», de la Tierra. Huéspedes y no déspotas que con la crueldad de
torturadores le vamos dando muerte. Todos huéspedes: el ser humano, la flor, el
viento, el hielo, la lluvia, el ave, el animal doméstico y salvaje, la roca, la
vena de agua, el mar bravío, el bosque apiñado como una ciudadela de árboles,
la luz, el correr de las estaciones, la veta de metal precioso, el libro, los
ojos del niño que de asombro en asombro van descubriendo lo bello y pavoroso de
este mundo, el mal y el bien en el ámbito de la conciencia, el arte, la luz, el
silencio, todos somos huéspedes de este planeta azul, que lo es, azul, porque
en él hay vida e inteligencia para cantarla, y para destruirla. «Hemos olvidado
ser buenos huéspedes», decía Bárbara Ward, y añadía: «y de cómo caminar levemente sobre la Tierra como hacen sus
otras criaturas». Caminar levemente, Diario, como el que se lleva un dedo a los
labios y se impone silencio para oír sus propios latidos, o las pulsaciones de
la Tierra, el lenguaje parsimonioso y cálido de toda vida, (19:40:52).
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