4 de diciembre de 2015. Viernes.
PERSONAS
Ética suplicante, de El Roto, en El País. |
-En esta mañana de
apertura de campaña para las elecciones del 20 de diciembre, me gusta esta frase
leída en ABC: «Los políticos se meten a personas»; es decir, pisan la calle,
besan ancianas, alzan niños, echan partidas de dominó con la ancianidad de la baja
pensión y la humildad de saberse anulados por la «cultura del descarte», se dejan
palmear la espalda, sonríen a la foto y al aplauso; o sea, se revisten la
túnica de la cercanía y ofician, de un modo anormal (se ve) de simpáticos y accesibles.
Sonreír. Se hacen personas y abandonan la estampa de ser lobos ladinos, solitarios,
distantes, huidizos, con aullidos de estepa, voraces. Bajan el lomo, y, en vez
de colmillos, enseñan la risa, y guían a Caperucita hasta la cabaña de la
abuela, para que no se extravíe. Nada de lobo maligno esperando a Caperucita tras
haberse almorzado a la abuela -«¡Abuelita, qué dientes tan grandes tienes!»-, nada
de eso; todo lo contrario: «Niña, lleva cuidado, el bosque está lleno de
peligros». Pero en su interior, donde el alma, donde no caben el engaño ni el
disimulo, ni la farsa, se ríen de la risa, de la máscara que portan, del
populismo del que se revisten; aunque no todos, pues los hay, Diario, que, sin
disfraces, son y se sienten personas; es decir, ciudadanos, o, como nos
recuerda la antigua sabiduría griega -Sócrates, Platón, Aristóteles-, seres
inteligentes y libres, con capacidad racional y ética, normales (19:58:54).
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