24 de enero de 2016. Domingo.
SOÑAR DESPIERTO
Renglones derechos, en el Mar Menor. San Pedro del Pinatar. F: FotVi |
-Como juego o esparcimiento,
me gusta soñar despierto, y más si el sueño es lírico adrede, o con un cierto aire
romántico de hoja de té. Me gusta soñar con palabras nuevas y relojes sin hora.
Y con armas de fuego, sin fuego. Y con niños que no mueran en travesías de
miedo y de hambre, de injusticia. Me gusta cualquier juego, siempre que no sea
juego de azar. Los juegos de azar casi siempre empobrecen, sobre todo la
inteligencia, y, en ocasiones, el bolsillo. La inteligencia hace acordes,
concreta sistemas filosóficos, ilumina la física y la química, va al espacio, compone
libros, y hace sonetos a Violante. «Un soneto me manda hacer Violante», reveló
Lope, el apasionado, y lo hizo. La inteligencia lo fue guiando por los catorce
versos necesarios hasta poder concluir: «contad si son catorce y está hecho». Aunque
Violante lo desafiara luego con otro no menos ajustado a medida y sarcasmo. Me
gusta soñar, pero no tanto, si sueño malos sueños, si no es juego mi sueño, si,
en vez de árboles con hojas, sueño árboles con murciélagos de ángulos
diabólicos colgando de sus ramas. Me gusta soñar a políticos sin ira y a una España
nueva, distinta, sin magulladuras de guerras pretéritas y a punto de ser liberada
de sí misma. Liberar a España de su ser cainita, de su entidad de cosa rota antes
de haber sido restañadas sus heridas, de renglón torcido que muy pocas veces ha
llegado a escribir derecho. Bello sueño, Diario, que no llega. Es cruel; pero
no llega. ¿O es pedir demasiado al sueño? (19:35:18).
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