31 de enero de 2016. Domingo.
LLUVIA Y FRÍO
Perlas, en el jardín. F: FotVi |
-Día del Señor, con sol
preclaro, ilustrado, como un día primaveral. Y 31 de enero, donde el frío
debiera andar descalzo por las calles y helarse luego, de noche, en la Luna, y
no vestido de 21 grados a la sombra y con corbata, sofocado. No me gusta la
primavera en invierno, ni un otoño sin hojas caídas. ¿Qué sería entonces de paisajes
otoñales como los de Van Gogh o Pissarro? Me gusta que, en la escala musical, el re siga al do y al decir
Quijote se oiga el arpa de Cervantes y no la flauta de Avellaneda. No me gusta,
en invierno, este sol de hervor de cerveza y anchoa con limón; me gusta tiritar
y buscar el rayo de sol donde el poeta halla «un anciano, y un banco, y una tos»,
y se conmueve. Me gusta el Dios que se detiene a hablar con Bartimeo y le abre
el camino de la claridad de sus ausencias, y no el Dios de las teologías que lo
hacen silogismo y lógica, y no amor. Pido para este invierno nuestro, de aquí, impenitente
y veraniego, Diario, lluvia y frío, y una lumbre y un techo, con pan y algo con
que acompañarlo, para el pobre de cada día, que la injusticia ha dejado helado y
pidiendo una limosna (20:08:03).
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