29 de diciembre de 2016. Jueves.
MIEDO A LA LUZ
Bello clamor, en el jardín. Murcia. F: FotVi |
-Me cautiva la luz; como los silencios prolongados. Sin
luz no hay día, sin silencios no hay palabra que pueda ser escuchada. La
palabra se dice, se regala, se echa al viento (alguna vez la atrapa un pájaro y
la canta), pero todo está en que haya alguien, aparte el pájaro, que la escuche.
Que la recluya en su interior, como el pájaro en su pico. La luz hace clamor
las cosas, las envuelve de claridad para que sean vistas. Y entonces son color
y presencia, y causa de asombro. Y va la palabra y las dice, y hace un silencio
por ver si las cosas vuelven recreadas, y entre la luz y la palabra, y el
silencio, las cosas se hacen realidad palpable, se hacen cuerpo, volumen con
sabiduría. Entonces dicen que son cosa. La Navidad es tiempo de luz y de palabra:
la Palabra se hace carne, y maravilla a la luz, la fascina, desvelando el valor
de las cosas. La palabra diciendo cosas, y dándoles consistencia, diciéndonos
que están ahí. Por algo diría Platón que la verdadera tragedia de la vida, no
es que el niño tenga miedo a la oscuridad, sino que el hombre tenga miedo a la
luz. Tener miedo a la luz, Diario, es negar tus ojos al esparcimiento, negarte
a ver las cosas, que, desde su humilde gesto de estar, te hablan, y te escuchan
(19:13:03).
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