17 de mayo de 2017. Miércoles.
CEREZAS
Condenados, en Liubliana, Eslovenia. F: FotVi |
-Me da miedo la
política: como un infierno de Dante o el Juicio Final de Miguel Ángel. De los
que en su Historia de la pintura en
Italia, dice Stendhal: «Ante Miguel Ángel y Dante, el alma se hiela por un
exceso de crueldad». El alma: o el ser del hombre donde se dan cita el odio y
la piedad, o la carne y el espíritu, también llamado Aliento. Ves el Juicio
Final de Miguel Ángel y se te licúan los ojos ante tanto caos y tanto cuerpo
distorsionado, donde, aunque en silencio, se oyen gritos de ansiedad y de turbación
de los condenados. A la derecha del cuadro caen como cerezas, uno detrás de
otro, los cuerpos robustos y encrespados de los malditos. ¿Quién se va a
atrever en política, si todos caen al infierno de la sospecha y el tormento
televisivo? Como cerezas: uno enlazado a la pierna del otro, y sin redención
posible. Si caes -aunque sean los medios y no un juez los que te lanzan- no
tienes redención: no hay Cristo -perdón- que te salve. Si la sospecha y los
medios te atrapan, déjales la ropa y sal corriendo: más vale entrar desnudo en
el olvido que vestido en el papel de un periódico o en un despiadado plató de
televisión. Donde solo existen intereses creados (y políticos), no hay piedad que
humanice o dulcifique la razón. Y que ablande, como el reloj de Dalí, Diario, el
corazón humano (18:58:17).
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