martes, 11 de junio de 2019

9 de junio de 2019. Domingo.
ALAS DE LIBERTAD

El Espíritu es fuego y palabra. Murcia. F: FotVi

-Fiesta de Pentecostés: el Espíritu Santo baja a tu casa y la habita. Y la enciende. La enciende con el fuego que dio alas de libertad a los apóstoles. Aquellas alas que volaban en las palabras, y en la fuerza de sus miradas. Los apóstoles encendidos e incendiarios. Daban la gran noticia, pero acusando: «El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole de un madero». Sin pelos en la lengua. Los  que unas horas antes estaban escondidos por miedo a los judíos, ahora parecen beodos –decían algunos de los que los oían–, por la fuerza con que hablaban, por el fuego con que ardían –¡y restallaban!–sus palabras. Estas palabras daban en los oídos y explotaban dentro, en el lugar donde se encuentra la conciencia, como trozos de Espíritu Santo que incineraran y transformaran. Es el día, pues, de decir las cosas claras, de poner los puntos sobre las íes de la liberación, y de hacer visible esta liberación. «Id y predicar», les dice el Señor, y ellos obedecen. Y hablan primero en Jerusalén, y, luego, el eco de esa palabra llega hasta los confines del mundo. Usan la palabra como vehículo de Dios. Dios, encerrado en la palabra, constreñido en unas sílabas, pero desde las que se abre al mundo, para que todo tenga vida en la fe. O la vida de Dios en las cosas, para que las cosas brillen y, con su luz, Diario, nos devuelvan a Dios (19:14:07).

sábado, 8 de junio de 2019

8 de junio de 2019. Sábado.
UN DOS TRES

Luna escondiéndose, con miedo. Torre de la Horadada. F: Fotvi

-Sin quererlo se me están difuminando las fantasías, los bellos espejismos de la juventud. Aquellas noches de ensueño y risas, unos sentados, otros de pie, y los niños tirados por el suelo. Ante la mágica y didáctica televisión en blanco y negro, llena, sin embargo, de colorido y sugestión. Eran tiempos en los que apenas había unas pocas televisiones en el pueblo. No agolpábamos todos donde nos dejaban, benévolamente, y allí nos llenábamos de espectáculo. El artífice de todo ese juego, el inventor de la tele del entretenimiento y del bello aquelarre para niños y mayores, era Chicho Ibáñez Serrador, que ha muerto. A los 83 años, deteriorado el cuerpo pero fluida y despejada de cabeza. Con su Un Dos Tres, en el que la calabaza Ruperta incordiaba y Don Cicuta, con su barba a lo Valle Inclán y su campana, trataban de ahorrar, y las azafatas, con sus gafas enormes y sus minifaldas exiguas, casi decorativas, divertía y enganchaba a la tele a chicos y mayores, y daba felicidad en tiempos de dificultades y escaseces. Hizo otras cosas, como aquellas Historias para no dormir, que, tras su visión, nos íbamos a la cama con los miedos metidos en el cuerpo y sospechando, con recelo, de cualquier sombra o ruido que nos saliera al encuentro. Ha muerto un gran inventor de quimeras e ilusiones, descanse en paz. Si me lo permites, Diario, un servidor, agradecido, rezará por él, porque me hizo llorar y reír, y soñar, y sobre todo, volar (18:58:11).

viernes, 7 de junio de 2019

7 de junio de 2019. Viernes.
EL CASTILLO DE LA FELICIDAD

Bailando la alegría, en Murcia. Belén del Obispado. F. FotVi

-Si yo canto, canta el día; si yo me lamento, llora el día. Es el salmo que siempre recito al abrir los ojos, tras el sueño, y que acabo cantando. ¿Para qué emborronar el día con una mirada triste?, me digo. ¿Para qué poblarlo todo de pájaros oscuros? Y entonces ocurre que, pensando en que puedo hacer feliz la vida de los otros, río, y miro al frente como si fuera a conquistar el castillo de la felicidad. Aunque haya cosas que me entristezcan, como el silencio de Dios, a veces, o la verborrea de los mortales, siempre. Sobre todo en las tertulias políticas o de fútbol. ¡Qué cansancio, qué hartazgo! Entonces pienso en los hermosos silencios de Dios, tan concisos y, sin embargo, tan elocuentes. En el interior de uno, Diario, Dios habla silabeando silencios, callando palabras, que, con la experiencia, se llegan a descifrar, y no molestan, tan de brisa son (18:00:00).

jueves, 6 de junio de 2019

6 de junio de 2019. Jueves.
SE ACERCA EL AMOR

Amenazar con el amor, El Roto, en El País. 

-Apenas me toca nada –salvo el hecho de ser persona– y me ha herido con alevosía la muerte de la niña llamada Noa. Noa Pothoven. 17 años echados al sumidero de la muerte, por voluntad propia. Dejó de alimentarse, y escribió su propia sentencia de muerte: «Dentro de diez días a lo sumo voy a estar muerta». Cría liberarse así de su sufrimiento, de su angustia, de su temor a seguir viviendo. Ella misma había dejado escrito en su libro Ganar o perder: «Revivo el miedo y el dolor todos los días. Estoy siempre asustada, en guardia. Aún siento que mi cuerpo está sucio». Había sido violada varias veces, y no encontraba razón para seguir viviendo. Sin recursos estatales ni, por lo visto, familiares, se dejó ir por el resbalón pavoroso y triste de la muerte. La muerte, que es irse una vez y no volver nunca. O entrar en el silencio de las cosas, sin haberlas vivido, sin haberlas dicho, pues, en el decirlas, a veces, se acercan al amor. «Estoy siempre asustada», escribió. ¿También de sus padres, de tantos amigos quizá, de sí misma al mirarse en el espejo? ¿Tanto daño le hicieron? ¿Tanto, que ni siquiera el amor de la madre la pudo sacar de su horror, del abismo en el que había caído? Yo no juzgo; solo pido que estemos más cerca del que sufre, que enjuguemos las lágrimas del llora, que recemos sin ira por el avasallado, tratando de curar sus heridas, también las sicológicas; es decir, las que llagan el alma, que son las que menos se ven y las que más duelen. Un servidor, Diario, con lágrimas de hombre creyente, rezo por Noa, para borrar, para lavar, en lo posible, su pecado, si es que lo hay. Dios, como diría Borges, nos ha amenazado -desde el amor- con la inmortalidad, a la que Noa se ha encaminado (18:38:33).

miércoles, 5 de junio de 2019

5 de junio de 2019. Miércoles.
LA MUERTE NO RÍE

Contemplando la vida, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi

-Esta noche he soñado que unos copos de nieve se desprendían de la altura y me caían en los ojos. Miraba al cielo. Siempre que puedo, miro hacia lo alto; el cielo a veces gotea pureza. Y revuelo de pájaros, y azul. E infinitud. Luego he comprobado que lo que hacía era calor, un calor denso, todavía no nocivo, pero sí pesado, que no deja dormir. Hacía calor y, sin embargo, soñaba que la nieve me daba en los ojos. Es decir, sentía un gesto maternal del sueño, una caricia de la noche. Y me he dicho: «Nunca estás solo». En el sueño, siempre hay algún detalle bondadoso que te libra de las pesadillas. Aunque la pesadilla, a veces, se haga cruel, y acose hasta que te despierta el grito. El grito es el remedio que te libra a veces de la oscuridad, y que te abre una vez más a la vida. Se nace, y se llora, para que llegue el aire de la vida a los pulmones. Del mismo modo, si te ves enviscado por la saliva viscosa del miedo, gritas, y, al salir del grito, te ves salvado. La tierra está gritando, se muere de tanto dar vida. Si no despierta de la pesadilla de la contaminación, morirá. Hoy, día del Medio Ambiente, pido, Diario, respetar el aire que respiramos y la tierra que nos sostiene: saquémosla de esa pesadilla de plásticos, pesticidas, y demás despojos humanos que la están haciendo inhabitable, fría, despoblada de ternura, sin una sonrisa que darnos: la muerte no ríe (19:04:27).

lunes, 3 de junio de 2019

3 de junio de 2019. Lunes.
CON RITMO DE ROCK AND ROLL

El clamor de los tulipanes, en Pamukkale, Turquía. F: FotVi

-Como un cervatillo en la espesura, alegre, confiado, saltó el primer lunes de junio en nuestras vidas. «¡Junio ya!», me he dicho; o sea, casi la mitad de la granada consumida, casi la mitad del año sobre mis espaldas ya. O un pellizco más que el tiempo le da a la vida: y así, grano a grano, mordiendo días, se acabará la granada. Sin embargo, ahí está el día, luminoso y calmo, latido y parpadeo, diciéndote que existes, que aún estás para contarlo. Y es lo que hago: contar que existo, que existes. Que aún nos visita la respiración. Que aún podemos decir luz, y casa, y letra, y poema, y niño, y madre, y amistad. Que aún tenemos capacidad de ayudarnos, de darnos la mano, de sonreír, de cantar un salmo. Aunque sea, Diario, con ritmo de rock and roll, o con ritmo de manos que hacen palmas y así se sacuden la tristeza, o con ritmo de pan que se parte y se reparte, y se mastica en la mesa común de la solidaridad –¡qué ruido más hermoso entonces!–, mesa en la que existan aún las miradas, y se rocen las manos, y, suprimidas para siempre las guerras, se hable de paz, como otro bocado más de pan, iluminada la boca (18:35:43).

domingo, 2 de junio de 2019

2 de junio de 2019. Domingo.
LA RISA DEL DOMINGO

Celebrando el domingo, en el jardín. Casa Sacerdotal. F. FotVi

-Se abre la rosa del domingo y nos deja su aroma y su belleza, y sus tristezas. El aroma y la belleza: o Dios y el rezo, la alabanza y la celebración, la lectura y la música, con los silencios que las acompañan. Y que tanto dicen. Y las tristezas: que son lo humilde, lo desechable, lo pobre, el niño con hambre y mirada grande, el padre, con las manos ocupadas en la esperanza, sin trabajo, y la enfermera que, como el buen samaritano, cuida del dolor ajeno. El domingo es misa y es un tizne de vida. O la plegaria y el encuentro con la realidad, con lo que llora, con lo que sufre. Con lo que ríe también. Quizá nos salvemos rezando, o quizá aceptando el dolor, que siempre llega como un hacha de verdugo, insistiendo sobre la vida. Pero yo me quedo con la risa del domingo, con su canto interior de alegría y celebración. Me quedo con Dios en una mano, consolando, y en la otra, con mi vida de anciano que aún sueña, y escribe versos, que luego tira. Como este, Diario, que he guardado: «Hoy he roto mi amor: te doy los vidrios» (19:45:32).

sábado, 1 de junio de 2019

1 de junio de 2019. Sábado.
SERÉ POLVO

Polvo enamorado, en el jardín. Torre de la Horadada. F: FotVi

-Y llegó junio, con su azul rumoroso, marinero, y su calor dorado. Desde junio veo el año como una fruta que poco a poco fuera madurando, hasta que dé con sus horas y su tiempo en el suelo, y se la coman las hormigas, y los hongos la hagan su habitáculo. Ayer, al andar, me volvieron a saltar los gemelos, y el dolor se me hace espina en la pierna. Pero con el dolor, no pierdo la sonrisa. Ni la esperanza. Ni la mueca de sufrimiento, cuando el dolor me aprieta. Aunque, al fin, Diario, triunfa la esperanza; de tal modo que digo con el poeta, «seré polvo» (ceniza, residuo), «mas polvo enamorado» (18:26:48).