16 de marzo de 2025. Domingo.
TABOR Y CRUZ
TABOR Y CRUZ
-Estar solo es como entrar en un paréntesis en la
escritura. Si te lo saltas, no pasa nada: sigue teniendo sentido lo escrito. La
gota de agua, siempre será gota de mar, aunque la separes del mar y la subas a
una nube.
Pero lo encerrado en el “doble” signo del paréntesis es como dar patadas al aire: nunca llegas a patear lo que deseas. El paréntesis es una especie de “dar a entender” algo; es como, si junto a cada palabra pusiéramos (entre paréntesis) su significado.
En este domingo (2º de cuaresma), el monte Tabor y el monte Calvario se complementan; el uno (el Tabor) nos dice lo que en la vida es luz, brillo, claridad, triunfo; el otro (el Calvario) nos revela lo que es la oscuridad, la que nos espera antes de la Luz: las cruces donde mueren los pobres, los sin trabajo y sin techo, los del enfermo de un mal irreversible, los que lloran por las injusticia del mundo, los que carecen de todo; todos estos verán la Luz, pero tras el Calvario.
Primero, gustar, paladear la cruz, y luego la gloria del Tabor, donde el inocente triunfa y el que vive «encarnado en su momento y en su circunstancia», será llamado bendito y digno de gustar el cielo prometido: el Tabor que no acaba, inmersos, Diario, en el Amor de Dios..
Pero lo encerrado en el “doble” signo del paréntesis es como dar patadas al aire: nunca llegas a patear lo que deseas. El paréntesis es una especie de “dar a entender” algo; es como, si junto a cada palabra pusiéramos (entre paréntesis) su significado.
En este domingo (2º de cuaresma), el monte Tabor y el monte Calvario se complementan; el uno (el Tabor) nos dice lo que en la vida es luz, brillo, claridad, triunfo; el otro (el Calvario) nos revela lo que es la oscuridad, la que nos espera antes de la Luz: las cruces donde mueren los pobres, los sin trabajo y sin techo, los del enfermo de un mal irreversible, los que lloran por las injusticia del mundo, los que carecen de todo; todos estos verán la Luz, pero tras el Calvario.
Primero, gustar, paladear la cruz, y luego la gloria del Tabor, donde el inocente triunfa y el que vive «encarnado en su momento y en su circunstancia», será llamado bendito y digno de gustar el cielo prometido: el Tabor que no acaba, inmersos, Diario, en el Amor de Dios..
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