7 de agosto de 2023. Lunes.
PEQUEÑO LATIDO DE ETERNIDAD
PEQUEÑO LATIDO DE ETERNIDAD
-La Luz –el Amor– dio Luz a la luz. La Luz avivó el ascua, casi apagada, de la luz. La cara de Jesús brillaba como el sol, dice la Escritura; o el sol, ante la luz del rostro de Jesús, brillaba menos. En aquel acontecimiento de Luz, acompañaban a Jesús la ley, Moisés, y la profecía, Elías, que, como luceros de la fe, recibían el resplandor de Jesús. Jesús brillaba, además, en el rostro de sus discípulos; Luz que le hizo decir a Pedro: «Señor, hagamos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Santiago, Juan y yo, Señor, a la intemperie». Les bastaba con la Luz de Jesús. Y se oyó la voz del Padre: «Este es mi Hijo, el amado, el predilecto. Escuchadle». Así como la Luz invita a ver, la palabra invita a escuchar. En el monte Tabor no sólo había Luz, también se hablaba y se escuchaba. «Escuchadle», dice el Padre, y, desde los discípulos hasta hoy, intentamos saciarnos de sus palabras, hasta gustarlas y digerirlas, saboreándolas. Las palabras de Jesús, son palabras de Amor, que se da en la cruz. Tema del que hablaron Jesús, Moisés y Elías. Tema de vida, Diario, aunque tenga apariencia de muerte. En el amor, todo es vida, y en el Amor de Jesús, vida eterna; es decir, un pequeño latido de eternidad (12:45:12).