30 de diciembre de 2016. Viernes.
CALENDARIO
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Lo nuevo y lo viejo, en el jardín. Las Palmas de Gran Canaria. F: FotVi |
-El calendario es, está, late, farfulla, cuando ya se
ha pasado; mientras, es un porvenir que todavía no es ni está ni ha sucedido. El
calendario es un escalofrío que no se ha dado, un suceso por suceder, una duda,
algo que está en el papel sin más y no se ha cumplido, algo impalpable, como un
pájaro volando. Vuela el pájaro abiertamente sin saber lo que hay más allá, va deslizándose
en el espacio, yéndose hacia un no se sabe adónde, cumpliendo el calendario de
su vida voladora, efímera. Del calendario clavado en la pared salen los días, y,
saltando sobre las horas y los minutos, y la noche, se hace el día siguiente. El
día no sabe si es lunes o sábado, o domingo, eso lo sabe el que hizo el
calendario. El papa Gregorio XIII, con Luis Lilio y el jesuita Christopher Clavius,
deben saber algo de eso, que fueron los que metieron el tiempo en cuadrículas de
almanaque que llamaron días, y así hasta trescientos sesenta y cinco veces, señalando
el último día como fin de año, y echando a las gentes a la calle, para que
celebren lo que se va, lo que se ido, lo que ya no está. Celebran lo que ya no son,
pues sucede que la gente, como el azucarillo en la taza de café, se va diluyendo
en el tiempo, se va yendo con los días, y, aunque crea que lo cumple, pierde un
año, acortando de este modo la vida, tirándola, Diario, por el balcón de la
nochevieja, que es noche de irreflexión, de locura, de aturdimiento (19:43:51).