26 de mayo de 2015. Martes.
HABLO DE NADIE
Haciendo malabarismos con los dedos, en el jardín. F: FotVi |
-No es verdad; no puede ser verdad que el espejo de la madrasta mala (la
de Blancanieves) le haya podido decir a un perdedor de barba plateada y tímida
(tímida como una tilde, casi ausentada): «créaselo, es el más guapo». Me
imagino el cimbreo del cuerpo del perdedor frente al espejo, susurrando «¡soy
el mejor, soy el más guapo!». Cimbreo como el de la cola de una birlocha (aquellas
de mi niñez en el castillo, en Molina, pies firmes, brazos tensos, los ojos al
aire, iluminada la birlocha por el sol miel del atardecer, volando el artefacto
a través de mis sueños, encendido, altísimo, como mis sueños, allá); o cimbreo como
el de un junco movido por el viento en campo abierto. Creerse cosas es lícito,
pero en la intimidad. En la intimidad, se puedo ser todo, hasta Napoleón, sin alarmar
al frenópata o al loquero. Pero no en público, donde te aguijonean ojos que,
aunque simulen otra cosa, son inmisericordes y te oyen oídos dados a no oír o a
oír con interferencias, despreciativos en todo caso. Decir «soy el mejor
candidato» ante el espejo, cabe; cabe dentro del espejo, que no se desparrama,
como le pasa a un cuadro o al mismo espejo. (Los cuadros y los espejos se
enmarcan para que no se dispersen, para que queden dentro de unos límites y no
invadan casas y museos, deslizándose bajo las puertas y saliendo a la calle a cambiar
el paisaje, las cosas). Pero decir lo mismo: «soy el mejor candidato», luego de
haber perdido unas elecciones -a eso me refiero-, y ante un público que mira
rayos y oye incendios, con dudas de quién eres y lo que eres, de si estás o te
has ido, es meterle el dedo en el ojo a la realidad y pretender así que la realidad
baje los ojos y, ciega, mire sin ver, aunque intuyendo la locura. Hablo de
nadie, Diario, de nadie en concreto, porque ha sido Nadie quien ha dicho tal desolación,
tal túnel negro, y sin pestañear, o pestañeando (19:43:29).
No hay comentarios:
Publicar un comentario