1 de mayo de 2015. Viernes.
CON ESTRÍAS
BLANCAS DEL YESO
Mar laborioso, incesante, múltiple. Mar Menor. Los Alcázares. F: FotVi |
-Aunque a veces saltara por los aires, de mi padre recuerdo, sobre todo,
su bondad innata y sus manos grandes, como hechas de paz y dunas, con estrías
blancas del yeso. Era albañil, como mi madre lavandera, y, con majestad de
virtuoso (sin serlo), hacía acordes llenos y puros en la guitarra, como de
lluvia cayendo, torrenciales. Era una caída bella de música y ritmo, la lluvia
de sus acordes. Madre, por el contrario, tenía las manos más lisas y claras, y oficiaban
mejor el tacto de la ternura. (En mis dos hermanos enfermos, sobre todo). No
obstante haber sido tallada en dureza, era tierna sin embargo mi madre, como
una roca con alma de cerezo y silencio, y pan. Un día le dije a mi padre:
«¿Cómo es el mar?» Y extendió la mano y
la abrió, y dijo: «Así: el mar es plano y con olas». (Ya he dicho que tenía
estrías blancas del yeso). Y siguió: «Sólo que más grande; el mar es mucho más
grande, como el cielo, y tan azul». Y calló; y miró al infinito, y quedó
paladeando sus palabras, soñador, repitiendo en sus ojos el mar que había
descubierto en la mili. Allá, en Barcelona. Él, mirando al infinito, y yo,
absorto en la contemplación de su mano abierta, dilatada, con destellos de
fantasía. «¡El mar!» Y, cuando años más tarde lo vi, no sólo vi el mar, sino la
mano de mi padre enorme, abundante, celeste, con estrías blancas de yeso (la
espuma); y me dije: mano ruda de albañil el mar. El mar laborioso, incesante, múltiple.
Hoy, día del trabajador, he ido al mar, Diario, y lo he mirado, y me ha devuelto
a mis recuerdos, aquellos en los que me fui haciendo persona, ensoñación, fe, y
el ahora que entonces era mañana (21:15:50).
Precioso recordatorio, Vicente.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Pedro: los años te hacen tener más cerca aquello que está más lejano; es como un bello rebobinar de la película, de la vida.
ResponderEliminarAnda nuestra memoria de vuelta a la busca y captura de los buenos y malos recuerdos. Los malos, para no recaer, y los buenos, para regocijo e inefable beatitud. Las manos de un honesto albañil (tu padre) te llevan al mar. Las manos de un humilde ceramista (mi padre) me trasladan a la montaña perforada para sacra de sus entrañas la tierra que se transformará en ladrillo. Albañil y ceramista ¡grandes artes!
ResponderEliminarArtes que por desgracia para el arte, y para la vida, no se prodigan ahora. Ahora todo es técnica y anonimato, y deshumanización, por tanto.
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