12 de noviembre de 2015. Jueves.
CLARIDAD
Claridad que salpica, el arroyo, en Fussen. Alemania. F: FotVi |
-Pienso: si dejara caer un
buen poema en el vaso de agua -ahora que voy a ponerlo en mis labios-, ésta
sabría a agua de arroyo de montaña, viva y alegre, lúcida, casi hirviente. El agua
del arroyo, como el poema, salpica su entorno y lo fecunda, y, en la noche, deja
que en sus remansos pasten claridad las estrellas. Hoy, día triste de políticos
egoístas e incompetentes, lujuriosos de la mediocridad, ínfimos en solidaridad -miren
Cataluña-, echo un poema en el vaso de agua que voy a beber, y así, Diario, con
el agua, beberé estrellas, o su recuerdo, de cuando el agua fue agua de arroyo -es
decir, poema- y dejaba pastar claridad en sus entrañas a las estrellas. Y además,
se nos ha muerto uno de los grandes filósofos del siglo XX, André Glucksmann, «maestro
de la indignación», lo que hace que lloren los arroyos, indignados, y las
estrellas, a su vez. Esta noche, Diario, mira las estrellas, las verás llorar (18:47:00).
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