20 de noviembre de 2015. Jueves.
USAR SIN ABUSAR
Justicia, en el Barrio Sachsenhausen. Frankfurt. Alemania. F: FotVi |
-Casi todo animalista -o
todo animalista, no escultor o pintor-, que se precie, es vegetariano; es
decir, antes que con carne de animal, aunque sea animal de sangre fría, prefiere
alimentarse como Platero -el bello desliz poético de Juan Ramón Jiménez- de
hierbas y de naranjas mandarinas, de uvas moscateles y de higos morados, con su
cristalina gota de miel… Sangre no tan fría, sin embargo, la de estos animales fríos,
pues son animales que suelen enamorarse, y enamorarse es arder, aunque la
sangre gotee desidia o destile verduras masticadas. Un animalista, pues, come
hierba y rehúsa la carne. Actitud tan respetable como la del que mastica chicle
o sopla burbujas de jabón con pajitas, y juega así a entretener sueños; la
libertad es -o debe serlo- innumerable. El animalista respeta al animal; es
decir, lo dignifica. A veces hasta igualarlo al ser humano, que por qué no.
Pero, si comer carne es matar a un animal, alimentarse de verduras es matar
plantas, tan dignas (¿y sensibles?) como el animal, quizá. Todo es digno, hermosamente
digno en la creación, desde la hormiga hasta el grano de trigo que trasiega. El
grano de trigo, que feliz, se deja acarrear por la hormiga; la hormiga, omnívora;
es decir, desacomplejada. Hormiga y grano de trigo, pues, felices. Yo, que no
soy animalista, soy defensor, con furia de pacifista, de cualquier esquirla, o
tilde, o corchea, o poema mínimo de la creación vegetal o animal, ya sea lírica
como la rosa o prosaica como la araña que se construye -¡qué ingeniería!-
castillos de seda. Comer y beber, y hacer libros, y surcar los mares como se
camina por los sueños, y proteger la fauna ¡y la flora!, e ir a las estrellas, y
casi tocarlas para mejor amarlas, y defender la debilidad, desde la del animal de
brega hasta la del lirio anónimo del jardín de la secreta naturaleza de la
campiña. Es decir, Diario, usar sin abusar, como se usa la ternura de una madre
o el silencio ante un libro, con amor (11:43:36).
Se conocen, Vicente, animalistas incongruentes que pierden los estribos en defensa de la vida de seres irracionales (que no está mal) y se manifiestan con el mismo ardor partidarios del aborto aludiendo que el feto no es NADIE. Mentes despiadadas y criminales, creo yo. No lo entenderé nunca. Un abrazo.
ResponderEliminarCierto, José María; es más, yo he visto a personas muy cultas llegar a comparar la inocencia de un niño con la de un perro hecho y derecho, un enorme perro, dudando de la conducta del niño de mayor y poniendo toda su confianza en el perro, animal dócil y pacífico, siempre, venían a decir. "Mentes despiadadas y crueles", dices tú: ejemplo: Los que en este momento otra vez dicen "No a la guerra", son los mismos que claman "Sí, al aborto", en manifestaciones parecidas. Es, por desgracia, el mundo al revés. Un abrazo.
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