5 de junio de 2016. Domingo.
CANTAR AZUL
Mar pacífica, en Salinas de San Pedro del Pinatar. F: FotVi |
-Domingo y sol; y el mirlo en la palmera, su territorio,
cantando. Canta, se limpia un ala, luego la otra, y vuelve a cantar; y así
alegra el mundo desde su canto inverosímil, azul, como el cielo al que lo
lanza. Cantar azul, desde una palmera; es inspirador. Pero, de pronto, el canto
azul del mirlo, se convierte en arena en una playa, al norte de Libia. Cadáveres
desparramados por el espacio desértico de la playa, cementerio improvisado que
lame el mar. Es el resultado de una guerra: la de la voluntad de ser, de estar,
la de la búsqueda de la libertad y la prosperidad, y la del mar, que, sin sentimientos,
cumple con su misión de dar y quitar vida, según sus leyes inamovibles. Ya lo
decía Hemingway: el mar es dulce y hermoso, pero cruel. El mar es dulce cuando
entras en él y te abraza, te palpa, te ensortija y voltea, te conduce como cosa
suya; pero si te saltas sus leyes, si te rebelas contra su voluntad de ser él el
que te trae y te lleva, el que hace y deshace, entonces el mar es cruel, y
mata. Es algo, como diría Chejov, que carece de sentido y de piedad. El mar,
tan dulce y echado sobre sí mismo, esta tarde, tan recostado en sí mismo, y tan
inclemente, Diario, cuando se cree violado, aunque sea por la inocencia de un
niño que, con sus padres, busca la libertad y un poco de amor en otra parte,
donde el pan no cueste el miedo de tenérselo que comer entre el fuego y la
guerra, entre el odio y la impotencia (21:21:27).
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